domingo, 1 de marzo de 2015

Perro mapache (tanuki, たぬき, 狸)



El simpático y esquivo animal que da origen a la leyenda
Pocos animales habitan los terrenos nipones que gocen de tanta veneración como la variedad de mapache que, si bien es cierto que debido a la deforestación de un país con problemas de espacio en términos generales ha eliminado buena parte de su hábitat , todavía mantienen un status de semi-divinidad entre las buenas gentes que con ellos conviven.

El folclore y las leyendas japonesas han contribuido a engrandecer la figura de estos más bien pequeños animales con un amplio repertorio de habilidades, algunas de ellas poco probables y otras del todo imposibles (como suele pasar con las leyendas) hasta convertirlo en algo icónico en todo el archipiélago.

En lugar de enanos de jardín, un tanuki
Resulta curioso como en cada región se le atribuyen unas cualidades diferentes pero la inmensa mayoría coinciden en algún punto. Todo comienza con diferentes escritos durante el período Nara y se difunde por todo el país hasta la implantación absoluta del budismo en el que pierden fuerza, aunque sin desaparecer, para resurgir posteriormente con fuerza de nuevo en novelas, historias y canciones infantiles, por poner alguno de los múltiples ejemplos.

En las creencias populares, se piensa que los zorros tienen la capacidad de cambiar su apariencia, de disfrazarse, para ayudar a los seres humanos (no se pasaron por Inglaterra durante las cacerías los que diseñaron esta teoría, eso seguro), con un repertorio de la nada desdeñable cifra de 7 disfraces diferentes. Los tanuki, sin embargo, poseerían 8 (hay quien sostiene también que son infinitos), por lo que reinarían en este oficio, aunque su finalidad fuese meramente lúdica o para burlarse de los humanos, por contrapartida con sus zorrunos vecinos de bosque. 
Uno de los disfraces más populares es el de estatua de los templos, pasando así completamente inadvertidos en uno de los lugares de posible fricción entre su especie y la humana, dada la localización de dichos edificios. También podrían adquirir forma humana e incluso imitar la voz, aunque supondría un esfuerzo tan enorme para estas criaturas que apenas podría durar unos instantes. Con eso y con todo, ya tendrían más mérito que todos los concursantes de Reality Shows de todas las televisiones del mundo, lo que no es que les deje a los mapaches en buen lugar sino a los otros animalitos en el que se merecen.

Señal de tráfico real en numerosas carreteras niponas
La iconografía más popular de estos “perros mapache” es la que aparece con una bebida a su vera (sake) y una libreta de cuentas, ya que se cree que estos inteligentes animales proporcionan suerte y otros beneficios materiales a quienes se acogen a su protección. La piel de estos animales se ha usado desde siempre en metalurgia para refinar el oro: no parece muy difícil elaborar la conexión entre la riqueza y los animales en cuestión. Resulta también especialmente llamativo como sus testículos suelen representarse inusualmente grandes: les llegan hasta el suelo (como a muchos que un servidor conoce, sin ser mapaches, si no literalmente, de manera figurada, al menos). Desde la época Kamakura se les ha representado de esta manera -la variedad más silvestre los debe tener desproporcionados, aunque no tanto como las representaciones-, pero la cosa se fue de madre y de nuevo se interpretaron determinadas cualidades sobrenaturales por las que usaban la piel del escroto como mochila, como tambor o como improvisado paracaídas, muy al estilo de determinadas ardillas planeadoras (qué versatilidad, ¿no creen?).

Los tres jefazos en la película Pompoko
Sin ir más lejos, una de las películas más afamadas pertenecientes al siempre interesante Studio Ghibli, aunque sin salir de la mano de Miyazaki (pero la idea de hacer una película sobre ellos sí que fue suya) es Pompoko (Heisei Tanuki Gassen Ponpoko, una historia sobre la naturaleza de estos ora simpáticos animales, ora fieros y todas las leyendas y creencias que sobre ellos se tiene, así como una reflexión sobre la destrucción sistemática de su entorno (y el del resto de animales que moran en los bosques), muy en consonancia con la filosofía del resto de películas. En dicha película, aparecen, además de todas las atribuciones míticas de los mismos, los tres “capos”, o dicho de otra manera, los tanuki más destacados y populares con nombre propio en las leyendas, algo de lo que carecen los demás pese a gozar de numerosas cualidades. Contestan (con gruñidos, supongo) al nombre de Danzaburou-danuki (団三郎), Yashima no Hage-tanuki (屋島の禿狸)  y Shibaemon-danuki (芝右衛門狸 o 柴右衛門).

Mario también se apuntó a la moda tanuki
Otro titán como Shigeru Miyamoto, con su abanderado Super Mario, incluyó al famoso Tanuki entre los mágicos superpoderes del fontanero bigotudo (más recientemente también a Link) en varios de sus juegos, cuando Nintento todavía funcionaba con 8 y 16 bits -lo que parece una eternidad, pero fue hace unos pocos años- y en algunos actuales. Una vez más se podía apreciar la capacidad de metamorfosis que se atribuye a estos animalitos encarnados en un traje que ayudaba a Mario a rescatar a su princesa con el que despistaba a sus enemigos o les arreaba con la cola que ni Nacho Vidal en sus mejores días.

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