sábado, 14 de marzo de 2015

Mascotas de ciudades I (yuru-kyara, ゆるキャラ)


Si hay una Yuru-kyara famosa, esa es Funassyi
¿Quién iba dentro de Espinete (un erizo rosa de dos metros y pico)? ¿Qué era don Pimpón?. Un búho, dicen algunos. Antes de empezar a defender la creatividad de los dibujos y series de los 80, donde destacaban el Barrio Sésamo patrio y la Bruja Avería con su Bola de Cristal, como punta de lanza de una generación irrepetible, lo cierto es que fue la época de la heroína y no la mujer que hace heroicidades precisamente. Una época en la que se decían cosas como “Que no te enteras, contreras” y Almodóvar tenía un grupo pseudopunk de la Movida madrileña O el grandísimo y malogrado Tino Casal componía una canción titulada “Champú de huevo” (Olé sus huevos toreros). 

El caso es que dentro de Espinete había una mujer (casada con Chema el panadero en la vida real, para más señas) y dentro de Don Pimpón su legítimo creador, nada menos. A lo Juan Palomo en versión mascota. Y es que el mundo de los muñecos de felpa para adultos es, como su propio nombre indica, un mundo. Existe incluso una parafilia al respecto (allá cada uno con sus gustos) denominada plushofilia -he mirado en Wikipedia para cerciorarme, en la página de parafilias y todavía estoy en shock con algunas de las ideas de excitación que tiene la gente y no soy precisamente mojigato-.

Una pequeña muestra de las Yuru-kyara de Japón












En Japón, como las cosas van por otros derroteros, le buscan el lado a) kawaii: aspecto que despierta la ternura en la gente y, acto seguido b) negocio: cómo sacarle rentabilidad a la creación de marras, con excelentes resultados. De una invención personal por parte de alguien con unos conocimientos básicos de dibujo o diseño gráfico (pero básicos, básicos, en muchos casos), una máquina de coser y algo de tiempo libre de las buenas gentes del país se pasa a un merchandising brutal, una cuota de pantalla en televisión de varios minutos a la semana (tampoco dan para mucho más) y un montón de accesorios, cachivaches, etc. No me pregunten cómo, que yo tampoco lo sé. Si lo supiera iba a estar aquí escribiendo y no en el Caribe con una pulsera "all included", dándome un chapuzón en Pamukkale o vislumbrando los muros de Petra, por ejemplo.

Las Yuru-kyara, que así se llaman (Yuru de yurui -amateur, como cantaran los mexicanos Molotov parodiando el Rock me Amadeus de los 90- y kyara, término inglés character traducido fonéticamente al japonés: personaje) son mascotas representativas de cada región del país del sol naciente, por medio de los símbolos más destacados de cada lugar. 
La mascota de Hokkaido, Melon kuma , no muy kawaii

¿Que en Hokkaido los melones y los osos son lo principal y más conocido?, pues un oso-melón y se ahorran horas, días llegado el caso, de brainstorming. Y así con todas.

El resultado es un ejército de muñecos oficiales y no oficiales a los que se les ordena bailar, cantar y se les hacen un sinfín de perrerías en los programas de televisión, se les parodia y plagia en infinidad de ocasiones, se les dan pequeños papeles cómicos en algún otro espacio (no están confeccionados para tragedias griegas, eso está claro), son protagonistas de videojuegos propios y corales y, mientras que en cualquier otro lugar se convertirían en moda pasajera, desapareciendo tan pronto como surgieron, en Japón se mantienen y envejecen con bastante dignidad, manteniéndose durante años en los principales puestos de la cultura Pop, decorando mochilas, estuches, carpetas, sudaderas y todo soporte que sirva para lucirlos.

El origen de todo: Hykonyan
Como hay una barbaridad de personajes -de manera directamente relacionada con las regiones del país, conviviendo en algunos casos la versión oficial con otras que no lo son-, sirva este post como introducción general de lo que está por venir la semana que viene. Prometo que no tendrá desperdicio alguno, ya que la mayoría, como he escrito, son de traca.

Si en los últimos quince años ha habido una tendencia creciente en Japón, aunque no sea la única, ni mucho menos, esa ha sido la de confeccionar personajes. El origen, pues todo y todos tenemos uno, radica en el gato samurái conocido como Hykonyan. Pero de cada mascota en concreto (de las más populares, puesto que no hay post que soporte, al menos por longitud hablar de todas ellas), como ya he comentado, se hablará la próxima semana.

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