sábado, 29 de marzo de 2014

Mascotas I: Conejos (usagi, ウサギ,兎)

La foto se comenta sola, malpensados
Los japoneses, especialmente los que están en edad laboral, llevan un nivel de vida que en muchos casos no les deja mucho tiempo libre -al menos a diario- por lo que en la mayoría de los casos prescinden de tener mascotas (es una crueldad para con los pobres animales, que necesitan tanta compañía como proporcionan y unos cuidados que difícilmente se pueden proporcionar si el dueño no está en casa y desde el punto de vista del último no sale rentable tenerlos, alimentarlos y otros gastos, nada baratos normalmente) sólo para una hora o dos de compañía al día, aunque siempre hay excepciones.

Las familias con hijos pequeños y las personas mayores, por otra parte, cuentan en su haber con alguna mascota, aunque sus precios suelen ser elevados.
En otras ocasiones hablaré de los perros y los gatos, largo y tendido. Sin embargo hoy le toca el turno a los conejos, mayoritariamente, así como a otros, menos populares, pero que la gente tiene en sus casas.

Gatos+café=éxito asegurado en Japón
Estos simpáticos animalillos se están haciendo cada vez más populares en los hogares nipones. Son una mascota que gusta entre los pequeños y que requiere un mantenimiento más sencillo que otras mascotas, tanto en trabajo, como en o incluso en otros problemas que pudieran ocasionar perros (más molestos para los vecinos) o gatos (ya que los conejos no suelen arañar los muebles las cortinas si no se les provoca previamente).

 La tendencia a dejar de tener mascotas en casa, sea cual sea el motivo que elige la gente, no es óbice para no poder pasar un rato acompañado por algún simpático animal. Ya he dicho en otras ocasiones que en Japón son especialmente buenos haciendo negocios y las cafeterías que ofrecen un arábigo (en grano, molido y tostado, no de los otros) y una bola de pelo adorable (algunas ocasiones sin pelo y poco adorables, como veremos después) por horas han proliferado en casi todas las ciudades, para quitarse el “celo” de tener mascota en ocasiones, aunque sin tenerla realmente. Lo que en derecho se conoce como usufructo pero con una duración realmente limitada.

Estos cafés se han especializado por animales y cuentan con gatos (casi un centenar sólo en Tokio), a su vez también especializados por raza o por color en algunos casos (Japón es maravilloso, amigos), conejos o incluso reptiles (no juntar con los anteriores si no quieren que la cosa acabe mal), como el Reptil-café de Yokohama. Otros tienen cabras, aves rapaces, como se puede ver al detalle en este gran post http://bartjapanworld.blogspot.jp/2013/11/cafeterias-de-mascotas.html.

Los peques aprenden a cuidar de los animales
No son pocos los colegios de Educación Primaria que cuentan con una pequeña granja con unas cuantas gallinas y alguna cabra. Japón está muy industrializado, es innegable, pero siempre intenta mantener un cierto equilibrio, loable, con la naturaleza y hace ver a los más pequeños que vivir con estos animales es algo de lo más común, incluso entre urbanitas.

Que a nadie se le pase por la cabeza que existe ningún tipo de maltrato animal en estos casos (ni en ningún otro, realmente). Son muy respetuosos con todo, mucho más con las mascotas. 

Esto es para los animales...
Los animales de estos cafés e incluso los de los colegios en menor medida, suelen estar atendidos con todo tipo de mimos y detalles que ya los quisieran muchos (y no me refiero a mascotas únicamente) en cualquier otro lugar del mundo. Durante mis andanzas he visto tiendas con expositores de lujo como las que muestro aquí en grandes almacenes para delicatesen y postres para los “reyes de la casa” y no, tampoco me refiero a los niños. La apariencia es de pasteles y galletas pero imagino que no tendrán azúcar y estarán perfectamente pensados para ser saludables.

A primera, y aún a segunda vista, no es nada fácil distinguir si estos postres y fruslerías son para perros, gatos o humanos. En la etiqueta va quedando más claro, siempre y cuando entiendas el japonés. Y si no, no sería el primero que prueba alimento para perros o gatos. De precios, mejor ni hablar, que con la que está cayendo en España y en casi cualquier otro país, sería casi obsceno, pero es que donde hay panoja, se lo pueden permitir...
...Y esto también. Cuesta distinguirlo.
Hay muchas leyendas en torno a las diversas culturas asiáticas y aunque es cierto que en China, por ejemplo, pueden comer algunos perros (aquí la lista se extiende a Corea y más residualmente a Filipinas o Indonesia, aunque hay constancia en otras latitudes del Planeta Azul en las que hay o ha habido perro para comer de sobra en lugar de perro comiéndose las sobras, en alguna ocasión como Francia, Suiza, el Ártico, Méjico o varios países del continente africano), Japón no practica esta costumbre. Más bien sucede lo contrario. Ellos se horrorizan bastante al enterarse de que en España y otros países se suele comer conejo y liebre de manera más o menos normal, ya que para ellos es únicamente un animalito de compañía.

Por último y como curiosidad, en España había visto pasear gatos y hasta hurones en alguna ocasión, pero Japón siempre va un paso más allá y el otro día me encontré a alguien paseando una suricato, con el momento impagable que ello supone. Y es que Japón es impresionante, en el mejor sentido de la palabra.

viernes, 21 de marzo de 2014

Restaurantes (resutoran, レストラン)

La vida sería un poquito peor si no existiera el shabu-shabu
En Japón no existe una diferencia sustancial entre comer fuera y hacerlo en casa, en lo que al dinero se refiere, por eso mucha gente prefiere hacerlo fuera y ahorrarse un valioso tiempo y esfuerzo limpiando. 

Como en casi cualquier lugar del globo, los tipos de restaurante son muy variados, desde aquellos destinados a comida rápida (la influencia americana es palpable ya que no faltan empresas como McDonalds allá donde se pierde la vista), pero los más nutridos y con mucho los más interesantes también son aquellos con platos típicos como el ramen (una de las primeras entradas se refería a estos y otros tipos de fideos). 

Pulse el botón cuando esté preparado...
Su precio es extremadamente asequible y su sabor delicioso así que el éxito está asegurado (los más destacados suelen tener gente haciendo cola en el exterior, en ocasiones durante una buena media hora, lo que le hace preguntarse a uno si realmente se le puede llamar comida rápida o no).
Hay otros más sofisticados con platos elaborados como el fantástico shabu-shabu, más caros, pese a que son de esos de hágalo usted mismo: una cacerola con una especie de sopa llevada a ebullición en la que se van incluyendo vegetales y tofu y finalmente carne (normalmente filetes muy finos de cerdo o ternera). Se sacan cuando cada comensal considere -más o menos hechos, al gusto- y se mojan en salsas como la de sésamo o un huevo batido, todo ello acompañado por arroz o udon -otro tipo de pasta, también citado anteriormente-: el precio es más elevado, pero es que uno acaba rodando al terminar.

No faltan aquellos de cocina internacional: indios, tailandeses, chinos, normalmente frecuentados por gente de esos países, que conviven con restaurantes italianos o españoles, donde no ves a un Giovanni o a un Antonio ni por asomo: los cocineros y los camareros son siempre japoneses (a ver a quien se le ocurre venir a la otra punta del globo para ponerse de camarero en un restaurante típico también), aunque los platos que preparan suelan ser deliciosos y bastante conseguidos, en algunos casos, con un cierto toque de fusión que le da un sabor distinto, aunque sin empeorarlos.

Eliges, pagas, pides. Así no hay confusión
En Japón es muy, pero que muy difícil hacer un “sinpa”. Si por algún casual hubiera alguien, que no es el caso, al que se le ocurriera irse sin pagar, lo iba a tener bastante claro en los restaurantes nipones, dado que en muchos, la comida se selecciona al entrar, en una máquina y se paga en ese momento. Una vez obtenido el ticket, se presenta al camarero que al poco rato -suelen ser bastante diligentes- aparecerá con la comanda. Los extras como el alcohol o los postres sí se pagarán al final.

Hay nipones muy ruidosos pero son minoría. Lo normal es que sean respetuosos, sosegados y silenciosos. Este comportamiento  no varía en los restaurantes y para evitar llamar a voces al camarero o estar pendiente de si nos quiere mirar o ignorarnos, utilizan en casi todos los establecimientos un sistema de botón. De este modo, al pulsar el mismo -si juntas dos mesas parece que estás en un concurso- se activa una alarma sonora muy calmada que notifica a los camareros el destino al que se tienen que acercar.

Abejas y japoneses, maestros con la cera
Como se refleja en esta página, con la que coincido en casi todos los aspectos (en los que conozco al menos) y mucho más elaborada que la mía he de reconocer, http://javilop.com/viajes/14-cosas-que-te-sorprenderan-cuando-visites-japon/ (punto número 9), una ingente cantidad de restaurantes utilizan un sistema de reproducciones de sus platos más destacados en cera. Son sumamente realistas y pese a que resultarán caros en su manufactura, siempre salen más baratos que poner un plato en la puerta cada día para tener que tirarlo después. Desconozco las cifras exactas, pero imagino que la empresa que realice estas reproducciones será bastante potente (habrá varias) ya que no hay restaurante que se precie que no posea una amplia veintena de platos en diversos expositores y hay muchos…

Personas de todo tipo hacen una parada rápida para comer
Por último aunque no menos importante, pese a la falta de bares, de lo que no ha carestía es de barras y taburetes en torno a ellas, donde los comensales se sientan en hilera para comer (mucha gente sale de trabajar y come sola, por lo es mejor ocupar un taburete que una mesa ya que sería desaprovechar un espacio que en Japón resulta valiosísimo). Muchos son pequeños y están en la calle directamente, perfectos para hacer una "parada técnica".


Supongo que me habré “comido” muchas cosas más, como los restaurantes de sushi y sashimi donde la decoración del platillo marca el precio (va relacionado con lo que ponen encima, claro está). Dejo como última aportación un detalle que trae de cabeza y genera más de un chiste en Occidente: el arroz oriental (sucede del mismo modo en China y otros países) compacta más fácilmente que el nuestro (el almidón tiene mucho que ver y que nos guste el arroz “suelto” también) por lo que comerlo con palillos es complicado, pero no tan difícil como puede parecer en un principio.

sábado, 15 de marzo de 2014

Segunda mano (byõshin, びょおしん, 秒針)



Todo un clásico entre los clásicos
Si hay un producto internacional japonés por excelencia -junto con la gastronomía- es el manga. 

En otras ocasiones lo he dicho y lo repito una vez más. El manga es para todos los públicos en Japón. Esto no significa que todos los mangas vayan dirigidos a todos los públicos, por supuesto. Hay mangas para niños, otros exclusivamente para adultos, con una carga sexual que podría sorprender a más de uno en otras latitudes -es otro lugar con otros gustos, en ocasiones-, mangas para adolescentes o para mujeres (estos dos últimos sin restricción alguna pero centrados en satisfacer a un público concreto). 

Es algo completamente común observar en un vagón de metro a gente de cualquier edad devorando las páginas de un cómic, independientemente del sexo o la edad del lector -esto es Japón, y, por descontado, las tabletas y los móviles no están exentos…

Los magazines varios (aquí hay una infinidad de Superpops niponas, dado el éxito del llamado pop japonés o J-pop, que leen también algunos hombres, entre otras muchas revistas de una infinidad de géneros) comparten los estantes de cualquier tienda especializada o simple supermercado con un sinfín de comics variados, ya sean monográficos o conjuntos –muchas de estas publicaciones son auténticos tochos en los que aparecen amalgamados muchas historias diferentes.

Títulos sugerentes para atraer al lector
Algunos de las historietas más famosas de todos los tiempos -Dragon Ball o la incombustible One Piece, sin visos de acabar por el momento-  empezaron así. No son las únicas, ni Japón es excepcional en este sentido ya que antaño en otros países se hacía algo similar, con Tintín en Le petit vingtième en Francia o en España los cómics de TBO o más modernos si bien perdidos en la noche de los tiempos con El botones sacarino -uno se va haciendo viejo- compartiendo páginas con Las tortugas ninja… algo que se ha ido perdiendo, aunque quedan algunos casos.


Como he prometido en alguna ocasión, no lo olvido, hablaré en un futuro próximo de los más destacados de manera exclusiva, dado el peso fundamental que tienen en su cultura y su influencia en la piel de toro y otros tantos países, donde no faltará alguna rareza fabulosa que quizá a alguien le pueda parecer un tanto extraña, pero que sorprenderá a la inmensa mayoría.

 
El kanji del libro (hon) que todo lo abarca (más CD y DVD)
El negocio de los mangas ha llevado a algunas empresas a hacerse cargo de aquellos de segunda mano, para su reventa posterior (o mero alquiler). 

Estas empresas, parte videoclub -también incluyen juegos de consolas e incluso las propias consolas en sí mismas-, parte librería, están por doquier en cualquier ciudad de la geografía nipona y prosperan comprando estos objetos -no sólo los mangas sino también los libros- que a la gente le sobran en casa dado el reducido espacio de las mismas y a esa conciencia de reciclaje tan importante en un país que aprovecha todo con enorme eficiencia.

Una marea de libros perfectamente ordenados y en categorías
El concepto es simple: comprar los libros por prácticamente nada (entre tirarlos y que te den algún yen que otro en la tienda de la esquina, siempre sale más a cuenta lo segundo, aunque sea una miseria) y venderlos por un precio muy competitivo (en torno a 100 o 200 yenes normalmente, algo más si se trata de libros), sin descartar una posterior recompra y reventa ya que, por norma general, los japoneses suelen tratar con gran cuidado los libros por lo que rara vez estarán dañados y podrán ser comercializados un sinfín de ocasiones. Suelen ser tiendas enormes, pues aunque el saber no ocupa lugar la ingente cantidad de mangas diferentes sí y también venden discos (sí, aquí siguen haciendo negocio con todas estas cosas que en nuestro país pueden parecen impensables).

Contar con un gran aparcamiento es muestra suficiente
Por descontado, también se venden los libros y los mangas nuevos a su precio habitual en las tiendas al comienzo citadas, pero esa es otra historia.

Estos intermediarios prosperan en muchos otros campos, como los cromos (otro tema del que hablaré antes o después, entendido como cromos especializados de fútbol o de personajes de manga, etcétera, que pueden rondar en las tiendas, de ser raros, hasta los 10000 yenes o incluso más).

viernes, 7 de marzo de 2014

Visitando Tokio: Tokio (tõkyõ, とうきょう, 東京)



Estación Central de Brasil Tokio
Aunque el título pueda parecer redundante, no lo es tanto, ya que el centro de la capital se conoce como Tokio a secas, mientras que los barrios y otros puntos tienen su denominación propia.

Y es que uno de los lugares más emblemáticos es lo que se conoce como Tokio central o sencillamente Tokio. 

En este punto geográfico localizado en el barrio de Chiyoda, se pueden encontrar un par de lugares muy recomendables. En primer lugar, la propia estación a la que casi con total seguridad usan -se desplazan cuando menos por medio del metro y el tren- prácticamente todos los visitantes que llegan a la capital.

Árboles dentro y fuera de los edificios
Goza de gran prestigio e incluso posee un hotel en una de sus salidas -la que lleva al Palacio imperial-, más tirando a caro -de los de vender un riñón para pagar una noche en sus habitaciones- que a barato.

Lo siguiente son todos los grandes edificios (no exactamente rascacielos sino edificios bastante altos) que hay alrededor, ya que las empresas y multinacionales tienen copado todo el espacio por ser un punto estratégico de vital importancia en la capital. Con todo y con ello, la comunión de los japoneses con la naturaleza es tal, que se pueden encontrar auténticos árboles en las terrazas de los mismos, por sorprendente que pueda parecer.

No obstante, el destino turístico por excelencia es el Palacio imperial, del que conviene matizar un par de detalles: dicho palacio está en uso actualmente por la familia imperial, por lo que consta de tres partes:

Antiguo: horizontal, nuevo: vertical, no tiene pérdida
·  la primera es una enorme extensión ajardinada con un gran foso que junto a la muralla cumple ya una labor más decorativa que defensiva. Esta parte es de libre acceso para cualquiera que quiera huir del bullicio urbano. Es francamente difícil no ver a gente haciendo footing por estas explanadas al ser un lugar idóneo para hacer ejercicio al air libre en medio de la ciudad.

·  la segunda está dentro del recinto amurallado propiamente dicho, donde hay partes para visitar con gran peso histórico. 
  El aspecto magistral del palacio que, salvo la torre principal y las pequeñas defensivas es completamente horizontal (los edificios de la servidumbre así eran) contrasta con el fondo de los citados rascacielos con unas líneas perfectamente definidas. La entrada es libre y gratuita previo paso por una entrada de control (mera formalidad) y en su interior hay incluso pequeños museos con objetos de los emperadores pasados y actuales.

Hay quien cruza el foso del palacio a nado como si nada...
·  la tercera es la residencia del emperador. Únicamente se puede visitar dos días al año, muy próximos en el calendario, por cierto, ya que son el cumpleaños del emperador (23 de diciembre) y el día de Año Nuevo.

Como advierten en muchos lugares,  lo que se puede ver en el centro de Tokio no es exclusivo: hay otros castillos distribuidos por Japón (Osaka, Matsumoto, Hiroshima, Himeji, entre otros) mucho mejores y con menos restricciones, por lo que a la hora de planear un viaje hay que tener en cuenta este factor: es recomendable pero no imprescindible, aunque en conjunto lo cierto es que resulta muy interesante. 

Una típica y apacible estampa nipona en el Palacio imperial
En próximas ediciones, Ginza o cómo ver cosas que no te podrás permitir nunca salvo que seas directivo de una eléctrica española, que entonces, dos de cada; las torres de Tokio -cuando pensabas que la primera era grande, van y hacen una el doble- y Shibuya, del perro más famoso de Japón al paso de cebra más famoso y concurrido del mundo (el de Abby Road no es tan concurrido, al menos), en un centenar de metros, entre otros.


sábado, 1 de marzo de 2014

Tradiciones II: Festival de las muñecas (hinamatsuri, ひなまつり, 雛祭り)



Estructura básica del expositor de muñecas
Si el tercero de febrero hablaba de una tradición nipona como el Setsubun (apenas unos artículos atrás, si alguien está interesado), el tercero de marzo viene cargadito de tradiciones, para no ser menos que su predecesor.

Que los japoneses tienen muchos muñecos es bien sabido allende los mares. No hay serie de manga de la que no hayan hecho auténticas pléyades de muñequitos de todos los materiales y tamaños, en todas las posiciones y con todas las vestimentas posibles, dejando a Barbie, a los ya clásicos y patrios Geyperman o algo más recientemente a los Action Man a la altura del betún.

Algo más desconocida puede parecer la tradición por ciertas muñecas para su exposición en el festival homónimo que las niñas reciben al poco de nacer (aquí hay un lapso temporal permitido desde el nacimiento hasta el 3 de marzo para comprarlas y dárselas al churumbel en cuestión, que se enterará entre poco y nada, más tirando a lo segundo, hasta pasados unos años), pero que goza de una larga tradición entre los nipones.

La pareja imperial siempre va en la cúspide
El origen de esta práctica, como unas cuantas por estos lares, se remonta a China -al fin y al cabo, son muchos más y el país es mucho más grande, por lo que la influencia, en ocasiones, es innegable e inevitable- y ya en la antigüedad en el país que nos legó a Mao, la mitad de la contaminación mundial y el arroz tres delicias, creían que los malos espíritus preferían morar en el cuerpo de estas muñecas dejando vivir tranquilas a sus dueñas, como un pararrayos del mal fario, que además luce bonito en casa.

En barquitos, de papel y echadas al río: así empezó todo
En un principio las muñecas eran de papel -la papiroflexia es algo inherente también para los japoneses, no en vano la palabra origami es tan internacional como karaoke o sushi-, pero la cosa se complicó y ahora se realizan en materiales de gran calidad, especialmente los kimonos que las visten. 

Su función, además de decorativa, que no es poco, consiste en proteger a las niñas de enfermedades y otros males que pudieran acontecer a lo largo de su infancia y juventud, para que crezcan sanas y perpetúen la tradición por medio de sus hijas y así sucesivamente.

Estructuras sin nada que envidiar a Calder
Las muñecas se posicionan escalonadamente: las más importantes arriba, las menos abajo, como ha sido siempre en todas las culturas, pasando desde la pareja imperial en la parte superior hasta los “currelas” en el quinto escalón, estando los dos últimos, opcionales, destinados a objetos varios. 

La estructura puede variar en función de la calidad de las muñecas, su tamaño o el dinero que invierta la familia en ellas, ya que su precio puede ser algo prohibitivo. Puede suceder que las niñas sólo cuenten con la pareja imperial o el segundo piso añadido con las tres mujeres cortesanas pero lo normal es que estos expositores consten de entre 5 y 7 escalones. Como esta gente no es de dejar nada al azar, todos los símbolos que se colocan junto a las muñecas tienen un significado especial como el Hishimochi, un tipo de pastel tricolor (rosa, blanco y verde, estrictamente en este orden, que también son gente muy rígida con las tradiciones, aludiendo a la salud, la pureza y la vida respectivamente).

En ocasiones ocupan habitaciones enteras: espectacular
Este despliegue se prepara con tiempo -se lleva a cabo cada año a mediados de febrero-, pero se recoge rápidamente acabada la ceremonia -el 4 de marzo- ya que la superstición dice que de no hacerlo con celeridad, la niña podría quedarse soltera o tardar en contraer matrimonio más de la cuenta.

En los templos -y hoy en día en casi cualquier otro lugar, como centros comerciales, otra clase de templo para algunos- también se colocan las muñecas en despliegues realmente espectaculares -algo así como el belén casero y los de otros lugares, salvando las distancias-, ocupando habitaciones enteras, alejadas del clásico rincón en la salita de casa.