viernes, 7 de marzo de 2014

Visitando Tokio: Tokio (tõkyõ, とうきょう, 東京)



Estación Central de Brasil Tokio
Aunque el título pueda parecer redundante, no lo es tanto, ya que el centro de la capital se conoce como Tokio a secas, mientras que los barrios y otros puntos tienen su denominación propia.

Y es que uno de los lugares más emblemáticos es lo que se conoce como Tokio central o sencillamente Tokio. 

En este punto geográfico localizado en el barrio de Chiyoda, se pueden encontrar un par de lugares muy recomendables. En primer lugar, la propia estación a la que casi con total seguridad usan -se desplazan cuando menos por medio del metro y el tren- prácticamente todos los visitantes que llegan a la capital.

Árboles dentro y fuera de los edificios
Goza de gran prestigio e incluso posee un hotel en una de sus salidas -la que lleva al Palacio imperial-, más tirando a caro -de los de vender un riñón para pagar una noche en sus habitaciones- que a barato.

Lo siguiente son todos los grandes edificios (no exactamente rascacielos sino edificios bastante altos) que hay alrededor, ya que las empresas y multinacionales tienen copado todo el espacio por ser un punto estratégico de vital importancia en la capital. Con todo y con ello, la comunión de los japoneses con la naturaleza es tal, que se pueden encontrar auténticos árboles en las terrazas de los mismos, por sorprendente que pueda parecer.

No obstante, el destino turístico por excelencia es el Palacio imperial, del que conviene matizar un par de detalles: dicho palacio está en uso actualmente por la familia imperial, por lo que consta de tres partes:

Antiguo: horizontal, nuevo: vertical, no tiene pérdida
·  la primera es una enorme extensión ajardinada con un gran foso que junto a la muralla cumple ya una labor más decorativa que defensiva. Esta parte es de libre acceso para cualquiera que quiera huir del bullicio urbano. Es francamente difícil no ver a gente haciendo footing por estas explanadas al ser un lugar idóneo para hacer ejercicio al air libre en medio de la ciudad.

·  la segunda está dentro del recinto amurallado propiamente dicho, donde hay partes para visitar con gran peso histórico. 
  El aspecto magistral del palacio que, salvo la torre principal y las pequeñas defensivas es completamente horizontal (los edificios de la servidumbre así eran) contrasta con el fondo de los citados rascacielos con unas líneas perfectamente definidas. La entrada es libre y gratuita previo paso por una entrada de control (mera formalidad) y en su interior hay incluso pequeños museos con objetos de los emperadores pasados y actuales.

Hay quien cruza el foso del palacio a nado como si nada...
·  la tercera es la residencia del emperador. Únicamente se puede visitar dos días al año, muy próximos en el calendario, por cierto, ya que son el cumpleaños del emperador (23 de diciembre) y el día de Año Nuevo.

Como advierten en muchos lugares,  lo que se puede ver en el centro de Tokio no es exclusivo: hay otros castillos distribuidos por Japón (Osaka, Matsumoto, Hiroshima, Himeji, entre otros) mucho mejores y con menos restricciones, por lo que a la hora de planear un viaje hay que tener en cuenta este factor: es recomendable pero no imprescindible, aunque en conjunto lo cierto es que resulta muy interesante. 

Una típica y apacible estampa nipona en el Palacio imperial
En próximas ediciones, Ginza o cómo ver cosas que no te podrás permitir nunca salvo que seas directivo de una eléctrica española, que entonces, dos de cada; las torres de Tokio -cuando pensabas que la primera era grande, van y hacen una el doble- y Shibuya, del perro más famoso de Japón al paso de cebra más famoso y concurrido del mundo (el de Abby Road no es tan concurrido, al menos), en un centenar de metros, entre otros.


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