sábado, 26 de octubre de 2013

Hábitos en el vestir 1ª Parte: Niños (kodomo, こども, 子供)


Así se las gastaban en los "felices" años 20



Las modas cambian el modo de vestir en los países desarrollados a un ritmo vertiginoso. No obstante, en Japón, pese a que se mantiene esta tendencia, existe simultáneamente otra que sigue manteniendo los ropajes clásicos, tradicionales y aunque también son punteros marcando estilo propio (a menudo excesivamente extravagante incluso para los diseñadores más avispados), pueden ser inmovilistas hasta el extremo. 



Antes de empezar a meterme en harina, aviso a navegantes. 

1.-Voy a centrarme en exclusiva a los peques de la casa en este post, dejando a los mayores para las próximas semanas, porque todos ellos merecen un análisis pormenorizado.

2.- Dado que no está bien visto ponerse a hacer fotos a la gente alegremente (imaginad por un momento que viene alguien de otro país y os empieza a hacer fotos como un descosido) y si se ponen muy tontos, no es descartable visitar los calabozos nipones, voy a aportar fotos que circulan ya por la red y, en teoría, están perfectamente admitidas.


Dicho esto, empecemos.

De pequeños los transportan en carritos. Van "como quieren"
Desde pequeños, los niños japoneses van enseñados a clase, al menos en lo referente a cómo vestir adecuadamente. 

 Haciendo de abogado del diablo diré que en preescolar esto no está impuesto, pero llegada cierta edad, no hay vuelta atrás. Se uniforman desde la más tierna infancia, para, en algunos casos, no dejar de hacerlo nunca, ya que lo mantienen en la adolescencia y en la madurez. Puede que la aseveración suene excesiva, pero no lo es tanto, palabra. 



De esta guisa visten los infantes japoneses habitualmente
Para los días de diario poseen sus uniformes de escuela (algo no demasiado extraño si tenemos en cuenta los colegios privados españoles, especialmente regentados por monjas, donde esa misma práctica se contempla de manera estricta), que en función del clima y la época del año son más cortos o más largos y si se trata de un día soleado lo aderezan con unos sombreros redondos que recuerda a los salacots de los exploradores. 

  

Todo ello, por descontado, con sus mochilas, como cualquier niño de escuela, pero aquí también destacan con las suyas propias. Para hacernos una idea, las mochilas en Japón son como las cañas en España, porque no se conciben sin “tapa” y si alguien no lo entiende, que mire la imagen.

Cambiará el color, pero todas son clavadas, con su tapa
No son todos completamente iguales, ya que dependiendo del colegio, cambiarán de color y algún pequeño complemento, pero en términos generales, se llevan muy poca diferencia.
 
             Todos muy atentos, todos como gotas de agua


El chándal con las bermudas y camiseta a juego, son otra constante en los colegios nipones. La única salvedad la constituyen los fines de semana en los que pueden salir mínimamente de la monotonía del día a día, aunque no es que cambien en exceso. En la adolescencia, si acaso, se agravará esta conducta, como destacaré la próxima semana.

Niñas con su yukata. Arregladas pero informales

Los días de fiesta importante, toca ponerse el yukata, una prenda parecida a los kimonos, aunque menos complicados y ceremoniales que éstos. Esta tradición, de nuevo, se mantendrá a todas las edades.Cuando las niñas cumplen 3 y 7 años y los niños 5 (ellas tienen una celebración más), se ponen de gala con kimono, como los occidentales de "Primera Comunión", pero sin una connotación similar.

De "cosplay hablaré otro día...


En la próxima edición, explicaré más detenidamente en qué consisten los yukatas y los kimonos. Tampoco faltarán las faldas cortas, que eso siempre vende por la Red.

viernes, 18 de octubre de 2013

Esas pequeñas cosas (sasai na koto, ささいなこと, 些細なこと)



Pese a las múltiples diferencias existentes entre dos países tan distantes como España y Japón, la vida es perfectamente llevadera y apenas se nota la diferencia en el día a día, salvo por pequeñas cosas, aunque en un sentido completamente positivo.

Los cuervos

Hitchcock seguramente visitó Japón para inspirarse
Para empezar, se trata de un país absolutamente plagado de cuervos. Bien es cierto que estos pájaros abundan en infinidad de países (recuerdo haberme topado con ellos en las gélidas tardes de marzo en Viena allá por el 2006) y gracias a George R. R. Martin han alcanzado una enorme fama en los últimos años, como sistema de correo en sus novelas fantásticas. Sin embargo, en Japón tienen más peso que en otros lugares y contrastan enormemente con el concepto de aves en las ciudades peninsulares, donde las palomas, las cigüeñas y, ya en la costa, las gaviotas, campan a sus anchas. Son legión, muy ruidosos, territoriales y tratan de alimentarse por doquier (los basureros tienen que inventar sistemas para evitarlos a toda costa). Como curiosidad, un cuervo muy especial, denominado Yatagarasu, con tres patas y una clarividencia extrema (basado en la mitología), aparece en el escudo de su equipo nacional de fútbol y en otras administraciones similares.

El cuervo de tres patas (sin segundas intenciones)

Fruto de la industrialización masiva que ha sufrido Japón en los últimos años que mantiene, por otra parte, fruto de su respeto por la naturaleza innato un sinfín de rincones verdes y templos antiguos (es un contraste brutal pero muy interesante), también se pueden ver milanos por la ciudad como si tal cosa, cazando lo que se les pone por delante y regresando a sus oasis urbanos tras las cacerías.

Los palillos

Palillos con nombre propio
A nadie sorprende que en los países asiáticos se utilicen los palillos para comer, en lugar del cuchillo y tenedor, de toda la vida. Con apenas un poco de práctica es extremadamente sencillo usarlos (el arroz suele estar apelmazado en Asia, así que es una labor más fácil de lo que pueda parecer). Pero esto es Japón y siempre llevan todo a un punto más extremo que en otros lugares. 

En muchos casos, los palillos suelen estar personalizados y tuneados al extremo, siendo personales e intransferibles como un carné. Los hay de tantos materiales como alcance la imaginación del fabricante. Se regalan al comenzar una nueva vida (ya sea un cambio de casa, un matrimonio o cualquier otra excusa), aunque siempre se tienen palillos “de usar y tirar” para los invitados y en los restaurantes. También poseen palillos para cocinar, más largos y menos manejables, aunque sencillos de limpiar.


Hasta donde alcanza la vista, todo son palillos...

 Los sobres de boda y funeral

Animados para las bodas...
Japón es extremadamente estricto con las bodas y los funerales. Si acaso más incluso que los países católicos, aunque en diferentes aspectos. Las ceremonias son variadas, siendo la sintoísta la que más protocolo requiere (realizaré un post exclusivo al respecto más adelante sobre los desposorios). Los regalos, por su parte están perfectamente preestablecidos en sumas de dinero consolidadas (aquí imagino que la inflación tendrá algo que ver y variará cada cierto tiempo, pero siempre igual para todos) en función del rango de afinidad o parentesco con la pareja en cuestión, para evitar situaciones indeseables como recibir un jarrón horrible de esos tíos roñosos a los que nunca ves, por poner un ejemplo. En caso de los obituarios también se designa una cantidad para la afligida familia. Lo más destacado de estas situaciones es, no ya el dinero sino el receptáculo  (el sobre para portarlo) y el protocolo previo. 

La industria papelera de los sobres de boda y funeral mueve un dinero importante en Japón y son ingentes las variedades que de ellos hay, muy barrocos  y coloridos en el primer caso y muy solemnes, llegando a la bicromía a lo sumo, en el segundo. Por su parte, el dinero ha de ser recién salido del banco para la boda (como símbolo de la nueva aventura que comienzan, aunque en ocasiones no lo sea tanto, como veremos otro día) y usado en el segundo, claramente simbólico.

...solemnes para los funerales

Las fruslerías

Por último y fuera de carta, aunque he hablado largo y tendido sobre la comida a lo largo de numerosos posts, no obstante, me siguen sorprendiendo día tras día. Muchas cosas las consideraríamos auténticas guarrerías, como a buen seguro, pasará también viceversa, otras son interesantes  y finalmente, están las que deberíamos importar a nuestro país por ser sanas y estar deliciosas a un tiempo. Una de las ultimísimas adquisiciones en casa (un regalo, por descontado) son las patatas fritas de toda la vida recubiertas de chocolate (menos sanas de lo que acostumbramos por aquí). 

Patatas con chocolate. ¿Podría ser más hipercalórico?

 Quedan muchas en el tintero y otras que van apareciendo con el paso del tiempo, así que no descarto hacer una segunda parte en el futuro, pero no las próximas semanas, destinadas a códigos de vestimenta. ¡Feliz semana!

viernes, 11 de octubre de 2013

Televisión (terebi, テレビ)



La televisión, como todo lo demás en Japón, es completamente diferente de cualquier otro país. Tiene un lado por el que se ve y otro por el que no, como en todas partes, es plana, por lo que no se puede poner el luchadorcito de sumo (a falta de flamenca), como hacían en las casas españolas. En eso son idénticas, pero los programas no tienen nada que ver con los que se hacen en Europa o América (más teniendo en cuenta que la primera copia a la segunda descaradamente).

Kyari Pamyu Pamyu, "al natural"
En primer lugar, los programas de variedades son presentados por un grupo de gente más bien amplio. En la mayoría no hay un director y unos colaboradores sino un programa absolutamente coral. Todos hablan civilizadamente y rara vez se interrumpen entre sí. Bendita educación y sana envidia, que los diferencia de las tertulias-gallinero (mucho de lo segundo y poco de lo primero, valga el pareado) de nuestro país.

Las teleseries son más realistas y tratan sobre temas más banales, como llegar a ser estrella del pop, un fenómeno sin igual por Japón, aunque también el misterio o el drama tienen cabida. Son productos cerrados: aquí no hay temporadas. Cuando se acaban los tres o seis meses de emisión, se acabó. Nada de esperar el verano a que vuelvan nuestros personajes favoritos. Noonen Rena (no hay que olvidar que anteponen el apellido al nombre), protagonista de una de estas ficciones, con rasgos de comedia (que aquí dura 15 minutos, en lugar de los tradicionales 20 occidentales) ha tenido en vilo de 8 a 8:15 de la mañana a todo el país recientemente.

Todo Japón se levantaba para ver las aventuras y
desventuras de esta muchacha de cara angelical
La publicidad está plagada de monigotes, mascotas y marionetas de todo tipo combinadas con muchas niñas (hordas, en ocasiones) y personajes famosos locales e internacionales (Tomy Lee Jones o Jean Reno, por ejemplo son muy conocidos por nuestros lares). Suelen ser muy divertidos y estoy seguro de que, pese a que aquí lo de las drogas no se estila en demasía, parece que se han metido algo los publicistas, porque menuda tela...
 
Jean, tío, tú antes molabas... claro que Doraemon es mucho Doraemon...



Otra de las cosas que más llaman la atención es que están comiendo constantemente delante de las cámaras. A todas horas, cambiando de canal, se puede ver a alguien dando buena cuenta de algún plato de la gastronomía nipona y extranjera, bien para promocionar productos, o sencillamente por rellenar espacio (en la parrilla de programación y en el estómago).

Volviendo a los programas de variedades, bloque central de la televisión a todas horas hay dos tipos de personas: hombres y mujeres (aunque suene a perogrullada y aquí sin “viceversa”). Pero la división es muy desigual para las féminas, ya que, mientras los hombres son “humoristas” (claro que no consigo entender mucho de lo que dicen, pero gesticulan en exceso, sobreactúan y gritan en exceso) sin ningún tipo de sex-appeal, las mujeres suelen ser niñas bonitas (no sé si se habrán doctorado en físicas, que todo puede ser, pero siempre jóvenes, delgadas y guapas, marcando un canon típico). Son incontables las que desfilan por los numerosos canales pero algunas destacan más que otras.

Las que lo consiguen, si se posicionan bien, están por doquier. Gouriki Ayame, por ejemplo, aparece en varios programas diferentes, es la imagen de varias compañías (está en anuncios nacionales las 24 horas en televisión además de salir en revistas y otros soportes) y recientemente ha dado el salto a la gran pantalla con Gacchaman una producción basada en superhéroes nipones de esos que se ponen máscaras y luchan contra bichos, como hay mil (no los voy a enumerar ahora, porque hace falta libro y medio y no un post). 

No sé si tendrá tiempo para dormir, porque
no para de hacer cosas. Estará forrada...
Hablé en la introducción del blog de Kyari Pamyu Pamyu (para más información mirad la primera foto del post de hoy), auténtico fenómeno de masas allende los mares, cantante, como una Lady Gaga nipona (si acaso más extravagante). También es sencillo verla a todas horas en todas partes.

Becky (izq.) y Roora (dcha.) ...
Becky, que como Cher se caracteriza por no utilizar más que su nombre es la más famosa del nuevo prototipo femenino que aparece en la pequeña pantalla actualmente, fruto del brutal mestizaje que desde hace algo más de una treintena sufrió Japón un boom irrefrenable. Medio británica, medio japonesa, es, francamente, una auténtica belleza y la explotan como tal, de nuevo apareciendo allá donde dirijas la vista. Roora, por su parte, es como Becky, una de esas mezclas que tanto gustan, sólo que es fruto de padre de Bangladesh (¿esta gente tiene gentilicio?) y madre también mezcla ruso-japonesa, aunque algo menos famosa.
...dos bellezas cortadas por el mismo patrón



Haciendo de abogado del diablo he de decir que sí que hay hombres que puedan destacar por su físico y mujeres que no en la televisión nipona, siendo éstas también humoristas, pero no es en absoluto lo más común. Uno de los chicos "guapos" de la tele se llama Mocco (con este nombre, se lo merendaban en nuestra pequeña pantalla y no quiero hacer juego de palabras con esto).




Como último detalle, señalo que esto es Japón y aquí hay de todo. Nada lo supera, con cosas nunca vistas y cosas que el mundo todavía desconoce, pese a ser comunes aquí. De hecho, si creemos que en nuestro país contamos con algo propio, llegan ellos y nos desmontan el chiringuito. ¿Creemos que Falete es único y no hay nada ni nadie que lo iguale?, pues llegan ellos y aparecen con Matsuko Deluxe, que más allá de cualquier complejo, ha sido incluso imagen de una compañía de donuts. Y es que nada es imposible en Japón.

¿Cómo sería Falete si hubiera nacido en Japón? He aquí la respuesta

sábado, 5 de octubre de 2013

Visita al museo Ghibli (jiburi bijutsukan houmon, ジブリびじゅつかん ほうもん, ジブリ美術館訪問)



Esta semana toca cambio de tercio en el blog, dejando la digestión a un lado para centrarnos en aspectos más “elevados”. Con motivo de nuestra visita al Museo Ghibli, he creído conveniente comenzar por aquí, para penetrar en las entrañas de un mundo exótico y en muchos aspectos todavía desconocido, incluso para los residentes como yo.

El acceso a las instalaciones con sus estandartes
En 1988 el señor Hayao Miyazaki, que venía de colaborar en producciones niponas tan famosas como Heidi o Marco y había dirigido un largometraje de Lupin III (todos ellos muy conocidos por España) estrenó un proyecto personal llamado Mi vecino Totoro. El mismo año, su íntimo amigo, con un pasado muy similar, Isao Takahata, realizaba La tumba de las luciérnagas.






El escudo del Museo Ghibli, con un Totoro omnipresente
Ambas películas, magníficas y completamente diferentes pese a que sus protagonistas tengan cierta similitud (Totoro es un canto a la esperanza y a la ensoñación en el Japón rural de los años 50, mientras que La tumba de las luciérnagas es una historia profundamente triste, desde el primer minuto hasta el último, de dos hermanos que tratan de sobrevivir durante la II Guerra Mundial), marcaron el despegue de lo que serían los Studios Ghibli, los más potentes en un país donde niños y mayores (desde albañiles hasta ejecutivos) leen manga como si de libros normales se tratase y la animación juega un papel tan importante como la industria cinematográfica hollywoodiense.

Miyazaki había dirigido previamente El castillo en el cielo, con un guiño a Gulliver (el título orginial es Laputa, la fortaleza volante que inventara Jonathan Swift, y a día de hoy sigue colapsando internet cada vez que se emite en Japón: aclararé el por qué a quien quiera saberlo pero no será aquí, ya que no pretendo estropear la película a nadie) y Nausicaä del Valle del Viento, mostrando un profundo amor y respeto a la naturaleza que le valió a su director y creador el primer reconocimiento internacional y la distinción honorífica por parte de numerosas organizaciones ecologistas.

 
Dos detalles de El castillo en el cielo, ambos en la azotea del Museo Ghibli


Desde entonces, el ascenso del estudio fue meteórico y llegaron filmes tan conocidos para la mayoría como galardonados como Porco Rosso, Pompoko, La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro y El castillo ambulante de Howl, entre otras muchas, con la adición de otros directores del género, incluido el propio hijo de Hayao, Goro Miyazaki, todas ellas, absolutamente recomendables, tanto como un acercamiento al mundo nipón, como por su bella factura y no menos desdeñable argumento. No tardó en aparecer un museo donde poder ver el proceso creativo desde dentro, para todos aquellos visitantes interesados en conocerlo.

El museo está plagado de pequeños guiños, como el Porco- menú o Kiki en el cartel de entrada de la cafetería

El post de esta semana versará sobre este interesante lugar, resaltando sus puntos fuertes y sus debilidades, que también las tiene, si bien desde un punto de vista un tanto subjetivo.
A grandes rasgos, dicho museo, sito en un barrio de fácil acceso en Tokio, encuadrado en un paraje natural, como no podía ser de otra manera, es un edificio que nos muestra lo que vamos a ver en el interior: ese mundo misterioso y fantástico que llena rollos de película desde hace una treintena.

 ¿Totoro se encarga de las entradas?
El propio Totoro nos recibe al entrar, primera y agradable sorpresa, y no será ni mucho menos el único personaje que lo hará, ya que el nekobus (gato-bus) se encuentra en el interior para que todos los niños se diviertan en su interior. El robotgigante de Laputa así como una de las piedras caídas de la isla flotante se hallan en la azotea del mismo, como no podía ser de otra manera. Pero no es un museo de iconos únicamente sino muy interactivo, mostrando el proceso de animación en todas y cada una de las facetas creativas y rindiendo homenaje al cine y al protocine, con guiños al zootropo, entre otros.

Nadie dijo que desde el exterior no se pudieran hacer fotos...

No obstante, hay dos notas divergentes observables desde un primer momento: el hecho de no poder hacer fotos del interior (imagino que tratando de preservar ese carácter de secretismo), a mi juicio, es un punto muy negativo. Además, se trata del Museo Ghibli, lo que aparentemente habría de ser de todo el estudio, pero tras un vistazo, queda patente que debería llamarse Museo Miyazaki, dado que sus películas son las únicas protagonistas del lugar. Por si fuera poco, la presencia de Mononoke, Chihiro y Howl, muy populares, es mucho más reducida que la de otros personajes, quizá menores, pero con más tirón local.

y tirando de ingenio, las hicimos hacia dentro

Se podría decir que es una experiencia notable aunque no sobresaliente. La sensación es placentera, pero no perfecta al abandonar las instalaciones del citado museo. Pese a todo, merece la pena ir y disfrutarlo.

Dos apuntes más, uno bueno y otro malo, para compensar la balanza: poseen una pequeña sala de proyección donde muestran un corto inédito (yo vi uno que me encantó, pero hay una lista de una docena, y cada semana emiten uno, sin posibilidad de comprarlos en DVD,… por lo que la única manera de verlos todos es yendo al museo una infinidad de veces, tratando además de no coincidir con alguno ya visto, algo nada barato y muy complicado) y las entradas al Museo hay que comprarlas con antelación (bastante además) por lo que planear acercarse a verlo si se viene de viaje no es nada sencillo, salvo preparándolo con tiempo y algo de paciencia.


La semana que viene pasamos del cine a la pequeña pantalla con muchas curiosidades.