Un juego de teteras, ollas, etc, la mar de kawaii |
En México se
celebra el Día de los Muertos, en España el de Todos los Difuntos y en los
países anglosajones Halloween. En Japón, una vez más y debido a la poderosa
influencia de los norteamericanos, se celebra cada vez con más interés esta
festividad en la que ser una bruja de mucho cuidado y sin que sirva de
precedente, está bien visto.
Sin embargo,
como en el blog vamos por libre -a diferencia de Mónica Naranjo, no tenemos
ataduras-, el tema se centrará en lo opuesto al terror y el mundo de
ultratumba, así que Jason, Freddy (Krueger, no Mercury, aunque valdría también
en el segundo ámbito y como diría Mariló Montero, Q.E.P.D.) y toda esa compañía
non grata tendrán que esperar a que llegue su turno otro día. Lo opuesto al
terror, al pavor, al pánico es la tranquilidad, la serenidad y en cierto modo,
también otros sentimientos como la ternura.
Cuando lo kawaii desborda |
Todo hispanohablante
medio, que no mediano, que tenga un mínimo contacto con alguien japonés,
especialmente si se trata de una fémina, llegará a misma conclusión: antes que
konnichiwa, arigatou o ninjitsu, la palabra que brota de los labios de dicha
señorita (algún caballero se estila, pero menos) será, con sorprendente
insistencia, kawaii.
Kawaii
significa, ni más ni menos que lindo, bonito, mono -en inglés es podría
traducir como so lovely, so cute…- y tiene tal peso en la cultura pop nipona
que existe una clasificación detallada para determinar qué es o no es kawaii,
aunque, como es evidente, es un campo amplio y bastante subjetivo y se aplica a
una variedad de cosas prácticamente ilimitada.
Kawaii pero subliminal (Decía la canción "El único fruto del amor, es la banana, es la banana") |
Es tal, la
importancia que tiene lo kawaii y la sensación de bienestar que provoca entre
la comunidad japonesa que se utiliza en televisión, con gran profusión de
mascotas de espuma de ojos grandes, colores pastel y formas redondeadas (algo,
por lo visto, muy en consonancia con dicho concepto, aunque de nuevo, tiene
interpretaciones mil) aunque tengan a una persona sudando dentro, en las
tiendas, que venden muñecos y peluches a millones -unisex, porque si la demanda
es amplia, la oferta se adapta a la perfección y todos ganan- , pero también en
ámbitos que entre los occidentales podrían parecer desconcertantes , como
reuniones de negocios -de gente con mucho poder, que esto es el Primer Mundo-,
fuerzas del orden (éstos todavía se intuyen como un servicio a la ciudadanía y
no contra ella, sirviendo, de este modo, como un refuerzo positivo) o incluso
marcas de condones (WTF!).
Hacer algo kawaii conlleva trabajo, sobre todo en pastelería |
Como
adelantaba, la clasificación es variada, desde los bebés y las mascotas animales (si se trata de cachorritos el
nivel se desborda ya por todas partes), la
mayoría de juguetes y peluches -hasta aquí todo normal, como en el resto
del globo-, pero también otros como las
chicas ataviadas de lolita, para algunos y algunos algo bonito, para otros
algo desfasado, y par los últimos, que no se andan con chiquitas, o sí -he aquí
el quid-, algo como poco erótico y como mucho sórdido, depravado, los ídolos musicales, con una
apariencia realmente extraña en infinidad de ocasiones, pero que despiertan la
ternura, la admiración e incluso la veneración, esencialmente entre el público
juvenil, la moda en general, una vez
más, la femenina con mayor profusión, ya que son éstas las que juzgan lo que es
o no kawaii y en general cualquier objeto que para los occidentales esté fuera
de lugar, desde vallas de obra con ranitas y otros animales de granja -pintados,
no reales e insertados en las mismas-, hasta establecimientos completamente
rosas y plagados de Hello Kitty por hasta donde alcanza la vista, en todas sus
formas, tamaños y variantes, donde aparentemente, Mi pequeño Pony acaba de pasar
vomitando arcoíris por doquier, dado el grado de barroquismo en el ambiente,
tan asfixiante para la mayoría que se podría incluso mascar pero en el que los
japoneses se desenvuelven como un rodaballo en las costas gallegas.
Lo kawaii aparece en Japón donde menos los esperas |
En el
espectro más alejado y sorprendente, imaginando que el resto de cosas no lo fueran, que
suelen serlo, se encuentra lo kimokawaii,
que en esencia se trata de lo que da un poco de repulsión, es extraño o feo, pero,
siendo tanto, despierta cierta ternura al rebasar el espectro por el lado
opuesto. Para entendernos, como sucede con los perros de raza carlino o con Paquirrín.
Que ustedes
lo pasen bien, estén donde estén y celebren lo que celebren.
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