sábado, 2 de agosto de 2014

Vacaciones (kyūka, きゅうか, 休暇)



Antes de empezar, aviso a navegantes. El blog de hoy, dado que estamos en verano, nadie me paga por hacer esto -tampoco conlleva ningún reconocimiento personal por parte de mis semejantes, salvo contadas excepciones, bien es cierto que no lo busco-, es más distendido y banal de lo normal (-¿Es posible que lo sea todavía más? -Nunca digas nunca).  Más de uno pensará que sería mejor que me hubiera ido de vacaciones en lugar de escribir sobre ellas. Seguramente tengan razón. Por otra parte y para compensar, no incluyo fotos.

Dicho esto y a modo de epífrasis, si alguien está dispuesto a editar mis incongruencias en cualquier formato y me quiere pagar por ello, siempre podemos llegar a un acuerdo y reducir el número de boludeces, aunque hasta un determinado punto, que tampoco es cuestión de perder el estilo, sea cual sea.

Vamos al asunto.

En el periodo estival los calores suelen acompañar las diversas jornadas de trabajo, un sol abrasador excepto en Burgos, que el verano cae en sábado (al menos es en fin de semana), o una lluvia torrencial son cosas de lo más comunes, mientras que las nevadas no se estilan en demasía. En Japón la situación es exactamente igual o peor, ya que se trata de veranos abrasadores y húmedos como pocos, superados, eso sí (al César lo que es del César) por otros países más tropicales como Tailandia, donde si te encuentras con una cucaracha, por ejemplo, no huye: te planta cara porque son más grandes que tú.

Tras esta cantidad de datos inconexos, que no inciertos o incorrectos, hoy vengo a hablar de las vacaciones: un momento nostálgico para los mayores, que recuerdan sus días de infancia, cuando los veranos eran veranos de verdad, feliz para los pequeños (los políticos corruptos a los que todavía no les han pillado ninguna cuenta en algún paraíso fiscal y tal vez los ricos honrados, si es que existe alguno), constante para los vagos e impuesto, negativo, para los parados, y que, en función de la longitud y los posibles con los que cuente cada uno, será más satisfactoria o menos (como si de otros menesteres se tratase).

Pudiera ser que decir que los japoneses las tienen más cortas, pero no tanto como los occidentales creemos, llevaría a confusión, risas y un sinfín de estupideces, pero recordemos que el tema trata de las vacaciones y que estamos “entre amigos”.  Los nipones, en la mayoría de casos, cuentan con dos semanas de vacaciones al año: una en verano y otra en invierno, las conocidas como natsuyasumi (vacaciones de verano, como la canción de Fórmula V, a mediados de agosto) y fuyuyasumi (vacaciones de invierno, los días previos y posteriores a Año Nuevo).

Lo más divertido es que la inmensa mayoría de los trabajadores tienen las vacaciones a la vez, durante estos días, las mismas dos semanas al año. Imaginen pues una operación salida y otra retorno con más del doble de población que en España y todos intentando desplazarse por el archipiélago o utilizando los aeropuertos. No se echen las manos a la cabeza todavía.

En España, reinaría el caos desde las 10 de la mañana (son vacaciones, tampoco es plan de pegarse el madrugón) y no acabaría hasta el Día del Juicio, seguramente: somos así. En Japón, por suerte, no sucede esto porque son gente extremadamente organizada y con un sentido de la ciudadanía que sorprende hasta al más cívico.

No será muy práctico, de todas maneras, ya que la ocupación hostelera es total y los medios de transportes también suelen cubrir todas las plazas. Por la ley de la oferta y la demanda y otras leyes de Keynes, Adam Smith y sus compañeros de “fiesta”, habrá gente que se quede sin pastel, aunque tenga plato, servilleta y tenedor. Es decir, que habrá gente que se quede en casa, incluso teniendo yenes, porque está todo lleno hasta la bandera (de Japón, como es natural). Del mismo modo, los hoteles tendrán menos clientes el resto del verano y se verán desbordados esa semana crucial, aunque no son más que puras especulaciones. Los precios, por su parte, también se disparan durante esas fechas. Los comerciantes son comerciantes, eso no cambiará nunca, ya sea en Móstoles, Sebastopol, en Pekín o en Japón.

Bien es cierto que el sector servicios que está de cara al público, a fin de llegar al mayor número de gente posible, descansa en otros períodos, lo cual podría entenderse como una importante ventaja con respecto al resto y seguramente lo sea.

Los días festivos, como contrapartida, son más numerosos que en España y están reservados a conceptos tan interesantes como la naturaleza o el deporte, aunque también tienen el día de la Constitución, el día del trabajo o el día del Cumpleaños del Emperador.

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