Dragon Ball siempre tendrá fans en Japón |
Decir que los japoneses son pioneros en el mundo de la
tecnología es una perogrullada al alcance de cualquiera con dos dedos de
frente. Afirmar que sin ellos nuestra vida sería muy diferente es una consecuencia
lógica derivada de nuestra tanto útil como odiosa, bendita y maldita a partes
iguales, dependencia digital.
A ellos les debemos, sin ir más lejos, un buen número de
videojuegos, consolas y prácticamente el concepto de salones recreativos
modernos (que no los Arcades antiguos). Varias generaciones han crecido ya jugando
a muchos de sus juegos, con muchas de sus plataformas.
Bien es cierto que gran parte de esta labor le corresponde
a Shigeru Miyamoto, del que prometo hacer un monográfico en una edición futura,
creador de Super Mario, Donkey Kong, The legend of Zelda, Star Fox y otros
tantos. Parece frívola la afirmación siguiente, pero su contribución a la
humanidad no es ninguna tontería, dada la repercusión de sus personajes en la
mentalidad colectiva. Pocos son hoy los que en el mundo civilizado no conocen
al fontanero saltarín, al mono encorbatado o al elfo aventurero.
Máquina Pokemon, fácilmente reconocible |
En Japón las máquinas recreativas siguen teniendo mucho
peso. Los adolescentes y no tan adolescentes siguen acudiendo en masa a
divertirse con los últimos juegos del mercado a cambio de unos yenes. De nuevo,
sobre este tema, hablaré más pronto que tarde, pero no hoy, ya que quiero
centrarme en unas máquinas particulares que, irónicamente, suelen estar en otra
ubicación, en los centros comerciales y otras grandes superficies.
Los japoneses, especialmente los jóvenes, han sabido aunar
dos de sus grandes pasiones, los videojuegos y los coleccionables de sus
personajes favoritos del manga. Desde los cromos -usando el anglicismo cards, o
más sencillamente cartas, referido a los que son de cartón, que no tienen
pegamento por la parte de detrás-, pasando por fichas de plástico -algo similar
a los tazos que otrora se pusieron de moda- y otros de diversa ralea.
Utilizan las susodichas cartas y demás como un juego de rol
interactivo: éstas, se colocan en las máquinas, que están provistas de un
espacio que funciona a modo de lector permitiendo al jugador utilizar aquellas
que posea a conveniencia para ganar, tanto dentro del juego como fuera, ya que
el mismo ofrece recompensas: a saber, otras más difíciles de conseguir.
Las máquinas son realmente parecidas entre sí |
Naturalmente para jugar es necesario, además de poseer las cards u otros, pagar
la partida, como en el resto de recreativas, lo que conlleva un doble
desembolso, algo menos asumible para muchos (algunas colecciones actuales
superan las 2000 cartas, alcanzando precios, en algunos casos especiales de
hasta 8000 yenes y sin visos de terminar pronto). Existen tiendas que hacen
negocio exclusivamente revendiendo todos los cachivaches para jugar en las mismas.
La dinámica suele ser muy similar, tratándose en muchos casos de juegos de lucha, por lo que la meta es acabar con los contrincantes que la máquina nos ofrezca en lid.
De no ser así, habrá que superar una serie de hitos con las mismas, como si de una aventura gráfica a la vieja usanza se tratase.
La máquina se compone de las mismas partes, aunque visualmente luzca diferente:
- una ranura para la carta de avatar, de personaje, sin la cual, normalmente, no se puede empezar a jugar.
- otra ranura para las monedas, no olvidemos que el fin es especialmente recaudatorio.
- varios botones para la navegación básica, selección de opciones, etc...
- un espacio central vacío donde el jugador colocará sus cartas seleccionadas y llevará a cabo la partida.
- una pantalla de grandes dimensiones, para ver lo que se está haciendo.
- un espacio interior por donde salen las cartas nuevas, en caso de haber ganado algunas.
Por este precio podría comer una familia entera |
En determinadas ocasiones, algunas, las más evolucionadas, permiten partidas de dobles, tanto en colaboración como de uno contra otro, pero suelen ser excepcionales.
Buena culpa de esta mezcolanza exitosa la tiene la fusión
de dos compañías: la juguetera Bandai y la industria del entretenimiento
digital Namco, que lejos de crear un pastiche sin futuro, parece que han
encontrado la fórmula del éxito en tierras de Nobunaga (por poner un ejemplo y
como un pequeño guiño a otro gran juego, aunque de videoconsola).
Ahondando en
los gustos de los jóvenes han aglutinado todo el ocio en máquinas y las han
distribuido por doquier.
No faltan clientes fieles ningún día. En ninguna máquina. Bien es cierto que en Japón hasta el momento no se ha sentido la crisis y los nipones son gente muy metódica, pero pese a todo, tiene su mérito...
Máquinas para niñas a las que acaban jugando hombres adultos |
Las recreativas de este tipo gozan de una enorme popularidad en varios
segmentos de la población, especialmente desde niños pequeños hasta adolescentes pero, en
algunos casos, más frecuentemente de lo que cabría esperar, son los adultos los que gozan de una partida a carta descubierta.
Es más que frecuente ver a familias enteras
arremolinadas en torno a estas máquinas (unos cuidando a sus hijos, otros jugando,
algunos esperando su turno y otros, presumiblemente de miranda), como ha sido
siempre en todas las recreativas de la historia.
Una lástima (o una suerte, según cómo se mire xD) que no me repartan unas pocas de éstas por España, que si no me veo haciendo la colección 'overseas' :D
ResponderEliminarComo siempre, es posible encontrarlas por la Red de redes (ebay, amazon), pero son extremadamente caras en comparación al precio original y no hablamos de un centenar precisamente como para darse un capricho...
ResponderEliminarIncluso en Japón, hay que tener buenos fondos para permitirse una colección así, y sé de lo que hablo ;)
Ya veo, ya... se cuelgan un poco, casi se podría hacer negocio (interesante observación a tener en cuenta :D). De todas formas me refería a que me desperdigaran alguna máquina para poder jugarlas luego, que me expliqué a medias :P Eso ya está más jodido...
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