sábado, 6 de diciembre de 2014

Dragon Ball II (doragon booru ni, ドラゴンボールに, ドラゴンボール二)

Recuerdo, no sin cierta añoranza, la emoción vivida ante cada nuevo episodio de Dragon Ball. El hecho de que apareciera con bastantes años de antelación en las televisiones autonómicas -TVG, ETB…- que en la nacional, permitió a muchos niños ver a estos nuevos y popularísimos personajes hablando euskera, gallego o catalán con total fluidez, como si nunca lo hubieran hecho en japonés y mucho menos en español. 

Nada tiene más poder que los vegetales...
Eran tiempos de bocata de nocilla, o de chorizo, paté y hasta membrillo con queso como merienda, pero siempre frente a Goku y su pandilla. Cuando por fin llegó a la televisión nacional, muchos conocíamos las peripecias de estos personajes al dedillo, teníamos las colecciones de cromos, los muñecos de acción (los primeros fueron unas gomas de borrar antropomórficas y monocromas, que no borraban nada pero entretenían mucho), o los posters, las pegatinas y finalmente los tazos y las canicas, que de todo hubo. Eso sin contar los videojuegos: para llegar a los de lucha actuales, tremendamente elaborados, hubo que tragar muchos títulos en las consolas y máquinas recreativas de menos bits. En su momento parecían buenos, pero ahora son auténtica morralla.
Y todos los nervios, la expectación, la emoción contenida servían para ver a un muchacho moreno que, irónicamente cuando se “ponía negro” lo que hacía era volverse rubio de ojos verdes y ahí era cuando la cosa se ponía seria. Las piedras empezaban a elevarse metro y medio del suelo (rebasando a Krilin con rapidez) y la música se volvía más rápida, dando a entender que lo que venía a continuación no era moco de pavo.

El manga por su parte era diferente. Un personaje profusamente dibujado en la introducción, una portada a color y menos contenido que el anime pero la misma miga, como la del bocata.  No se andaban con milongas ni relleno. Iban a la historia y las peleas que era lo que la gente quería ver/leer. Si había personajes suprimibles, se eliminaban, como si nunca hubieran existido. El que quisiera verlos que se preparara un bocata y se pusiera a ver la tele…

Años después, con toda la información de Internet y echando la vista atrás la única conclusión plausible para la historia de las bolas del dragón se traduce en un único sentimiento: Toriyama era  y probablemente es un cachondo mental. Así sin más. Y no son pocos los motivos.

Eiichiro Oda realizó este homenaje a Dragon Ball
Todos los nombres de Dragon Ball y Dragon Ball Z (películas incluidas) son de broma. Los saiyajin (jin significa persona), esa raza poderosa que sembró el caos en todas las galaxias conocidas no es más que la palabra yasai (verdura) dada la vuelta. Vamos, que Toriyama, así subliminalmente le dice a los chavales que coman verde, que es muy sano. No se libra ni uno y la mejor muestra es Vegeta, aunque se cumple con todos y cada uno de los personajes. Así, la familia de Bulma (nuevamente ella incluida) la conforman todos las piezas de ropa interior masculina y femenina típicas, los amigos iniciales de Goku son variedades de infusiones (Puar, Oorong…, piénsenlo bien), las fuerzas especiales de Freezer son derivados de la leche y la familia del propio Freezer son tipos de neveras. La saga de Piccolo Daimaoh está caracterizada por los instrumentos musicales. Los malvados de la saga de Boo proceden de la canción infantil Bibidi, Babidi, Boo y así hasta completar todo el plantel de personajes, que no son pocos. 

Dos pesos pesados del manga volando juntos: Cross Epoch

Toriyama, venerado por la mayoría de escritores de manga actuales, no ha perdido el tiempo y rápidamente se ha sabido arrimar al sol que más calienta, que en este caso es Eiichirō Oda, responsable de las aventuras de Luffy y compañía en su incansable búsqueda del One Piece (tras quince años el manga va por la mitad, pero tiempo habrá de comentar la jugada otro día) y juntos han creado una especie de crossover titánico conocido como Cross Epoch, que, si bien es una historia sin mucha miga, permite a sus fans disfrutar de una colaboración entre ellos.


Y ahora, en esencia, vive de las rentas de sus grandes títulos (a veces en exceso, todo hay que decirlo, realizando películas conmemorativas de baja calidad o pasando a cobrar por sagas que él nunca ideó, como la GT), donde Dr. Slump y Dragon Ball fueron los primeros éxitos pero ni mucho menos los únicos. 

De una manera u otra, Dragon Ball sigue en la retina de millones de chicos (y no pocas chicas), unos creciditos y otros no tanto. Por si a alguien se le había olvidado quién era Son Goku, el año próximo se estrenará un nuevo largometraje que gustará a unos, disgustará a otros y del que Toriyama hará caja una vez más, para llenar sus ya rebosantes arcas.

Para concluir, dejo uno de los mil vídeos que existen en YouTube sobre curiosidades del anime (algunas son tonterías pero otras pueden tener cierto interés). Si a alguien le interesa realmente, hay un montón  por el estilo, aunque la voz de Loquendo llega a ser bastante cargante):


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