Recuerdo, no
sin cierta añoranza, la emoción vivida ante cada nuevo episodio de Dragon Ball.
El hecho de que apareciera con bastantes años de antelación en las televisiones
autonómicas -TVG, ETB…- que en la nacional, permitió a muchos niños ver a estos
nuevos y popularísimos personajes hablando euskera, gallego o catalán con total
fluidez, como si nunca lo hubieran hecho en japonés y mucho menos en español.
Nada tiene más poder que los vegetales... |
Eran tiempos
de bocata de nocilla, o de chorizo, paté y hasta membrillo con queso como
merienda, pero siempre frente a Goku y su pandilla. Cuando por fin llegó a la
televisión nacional, muchos conocíamos las peripecias de estos personajes al
dedillo, teníamos las colecciones de cromos, los muñecos de acción (los
primeros fueron unas gomas de borrar antropomórficas y monocromas, que no
borraban nada pero entretenían mucho), o los posters, las pegatinas y
finalmente los tazos y las canicas, que de todo hubo. Eso sin contar los
videojuegos: para llegar a los de lucha actuales, tremendamente elaborados,
hubo que tragar muchos títulos en las consolas y máquinas recreativas de menos
bits. En su momento parecían buenos, pero ahora son auténtica morralla.
Y todos los
nervios, la expectación, la emoción contenida servían para ver a un muchacho
moreno que, irónicamente cuando se “ponía negro” lo que hacía era volverse
rubio de ojos verdes y ahí era cuando la cosa se ponía seria. Las piedras
empezaban a elevarse metro y medio del suelo (rebasando a Krilin con rapidez) y
la música se volvía más rápida, dando a entender que lo que venía a
continuación no era moco de pavo.
El manga por
su parte era diferente. Un personaje profusamente dibujado en la introducción,
una portada a color y menos contenido que el anime pero la misma miga, como la
del bocata. No se andaban con milongas
ni relleno. Iban a la historia y las peleas que era lo que la gente quería
ver/leer. Si había personajes suprimibles, se eliminaban, como si nunca
hubieran existido. El que quisiera verlos que se preparara un bocata y se pusiera
a ver la tele…
Años
después, con toda la información de Internet y echando la vista atrás la única
conclusión plausible para la historia de las bolas del dragón se traduce en un
único sentimiento: Toriyama era y
probablemente es un cachondo mental. Así sin más. Y no son pocos los motivos.
Eiichiro Oda realizó este homenaje a Dragon Ball |
Todos los
nombres de Dragon Ball y Dragon Ball Z (películas incluidas) son de broma. Los
saiyajin (jin significa persona), esa raza poderosa que sembró el caos en todas
las galaxias conocidas no es más que la palabra yasai (verdura) dada la vuelta.
Vamos, que Toriyama, así subliminalmente le dice a los chavales que coman
verde, que es muy sano. No se libra ni uno y la mejor muestra es Vegeta, aunque
se cumple con todos y cada uno de los personajes. Así, la familia de Bulma
(nuevamente ella incluida) la conforman todos las piezas de ropa interior
masculina y femenina típicas, los amigos iniciales de Goku son variedades de
infusiones (Puar, Oorong…, piénsenlo bien), las fuerzas especiales de Freezer
son derivados de la leche y la familia del propio Freezer son tipos de neveras.
La saga de Piccolo Daimaoh está caracterizada por los instrumentos musicales. Los
malvados de la saga de Boo proceden de la canción infantil Bibidi, Babidi, Boo
y así hasta completar todo el plantel de personajes, que no son pocos.
Dos pesos pesados del manga volando juntos: Cross Epoch |
Toriyama, venerado por la mayoría de escritores de manga actuales, no ha perdido el tiempo y rápidamente se ha sabido arrimar al sol que más calienta, que en este caso es Eiichirō Oda, responsable de las aventuras de Luffy y compañía en su incansable búsqueda del One Piece (tras quince años el manga va por la mitad, pero tiempo habrá de comentar la jugada otro día) y juntos han creado una especie de crossover titánico conocido como Cross Epoch, que, si bien es una historia sin mucha miga, permite a sus fans disfrutar de una colaboración entre ellos.
Y ahora, en esencia, vive de las rentas de sus grandes títulos (a veces en exceso, todo hay que decirlo, realizando películas conmemorativas de baja calidad o pasando a cobrar por sagas que él nunca ideó, como la GT), donde Dr. Slump y Dragon Ball fueron los primeros éxitos pero ni mucho menos los únicos.
De
una manera u otra, Dragon Ball sigue en la retina de millones de chicos (y no
pocas chicas), unos creciditos y otros no tanto. Por si a alguien se le había
olvidado quién era Son Goku, el año próximo se estrenará un nuevo largometraje
que gustará a unos, disgustará a otros y del que Toriyama hará caja una vez
más, para llenar sus ya rebosantes arcas.
Para concluir, dejo uno de los mil vídeos que existen en YouTube sobre curiosidades del anime (algunas son tonterías pero otras pueden tener cierto interés). Si a alguien le interesa realmente, hay un montón por el estilo, aunque la voz de Loquendo llega a ser bastante cargante):
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