Edificios que maravillan al espectador |
Tiempo habrá para hablar de la avenida Omotesandō, más adelante, en otra ocasión, con motivo
de la edición de visitando Tokio: Harajuku (próximamente, en las mejores
pantallas, en las de sus móviles, tablets o pcs, si les apetece leerlo). Toca
hablar de Ginza.
En el selecto grupo de calles comerciales más caras del mundo entre las que se encuentran, entre otras, la muniquesa Kaufingerstrasse, la vienesa Kohlmarkt, la parisina Avenida de los Campos Elíseos o la neoyorquina Quinta Avenida se mueve como carpa en el agua el distrito de Ginza, un lugar para ver y si se tiene dinero, pero dinero de verdad, no del monopoly, comprar muchas cosas de calidad, aunque eso sí, obviamente nada baratas.
Resulta
irónico que este distrito tan poderoso enmarcado en pleno centro de la capital
fuera apenas unas centurias atrás poco más que un cenagal, hasta que los
Tokugawa hicieron su aparición en las altas esferas niponas y cambiaron esto y
otras muchas cosas, pero de historia hablaré también más pronto que tarde,
aunque no será hoy.
Altos, estrechos y modernos... |
Todas
las tiendas poseen fachadas dignas de ver, edificios estrechos en la mayoría de
casos (el metro cuadrado tiene que salir por un ojo de la cara y la niña del
otro) pero de bella factura y diseños perfectos, con rótulos llamativos y
escaparates que invitan a entrar, hasta que se dan cuenta de que no puedes
pagar lo que venden y entonces son los propios dependientes los que amablemente
te invitan a salir (es un juego de palabras nada más, no suelen echar a nadie,
de eso se encargan los propios precios).
... o clásicos y horizontales, pero de gran lujo |
Es
un barrio con una importante afluencia de turismo internacional, muy
cosmopolita, donde se congregan las grandes marcas de ropa, joyería, tecnología
y similares -marcas sobradamente conocidas around
the world, a las que no haré propaganda alguna aquí ya que no es mi interés
y tampoco lo necesitan-, tanto nacionales como extranjeras, pero dicho distrito
tiene otras características, aunque menores comparadas con la razón principal
ampliamente citada.
En
primer lugar, como mera anécdota, si uno quiere aparecer en alguna televisión
japonesa, tanto en Ginza, como en Shibuya es donde puede hacerlo. No es
corriente que dichas emisoras “asalten” a los turistas, sino que se suelen
centrar en la gente de la tierra, pero se han dado casos en los que hacen un
programa sobre algún colectivo y buscan “apariciones estelares”. Se podría
decir que carecen de originalidad al elegir estos dos puntos de la ciudad casi
exclusivamente pero van sobre seguro y raramente fallan. Es realmente extraño
dar un largo paseo por Ginza y no encontrar una, dos o más unidades móviles de
televisiones nacionales realizando entrevistas para los programas nocturnos.
La gente regresa a casa con la bolsa llena y el bolsillo vacío |
Los
restaurantes están en concordancia con las tiendas: de enorme calidad y
reconocimiento mundial pero únicamente al alcance de los más potentados. No en
vano, Tokio es la ciudad con más restaurantes con tres estrellas Michelín del
mundo y Ginza uno de los distritos que mejor encarna este espíritu del lujo y
el confort.
Su
localización y su cercanía con Tokio central (se puede llegar andando sin
demasiado esfuerzo desde allí, en metro está a una o dos paradas, dependiendo
de si se quiere salir por un extremo o por otro) es su punto innegablemente
fuerte.
Quizá
no sean los dos destinos preferidos por el gran volumen de turistas,
especialmente, como ya comenté en su momento, si la visita a Japón es más bien
exprés, pero el hecho de estar tan cerca el uno del otro hacen que gane puntos
con respecto a otros barrios más alejados como Akihabara o Ueno, pese a ser
igualmente interesantes.
Un último hecho particularmente llamativo es que la estética del barrio entero está perfectamente cuidada y, si bien en muchos lugares de Japón, incluidos determinados puntos de la capital, el cableados está a la vista y puede resultar molesto y poco estético, como en algunas otras regiones a lo largo del mundo, en Ginza son completamente inaceptables y sus farolas y semáforos son, como el barrio entero de diseño sencillo, sobrio pero elegante.
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