viernes, 3 de enero de 2014

Año nuevo (oshougatsu, おしょうがつ, お正月)


Acabar el año (y empezar el siguiente, como es natural) en un país que no es el propio siempre entraña cierta melancolía y un sinfín de novedades.
 
Tarjeta (mengayou) para el año entrante del caballo
 Los preparativos para estas fechas se hacen con  cierta antelación. Como en cualquier otro lugar del globo es momento de hacer balance de lo bueno y lo malo, de lo que ha pasado y lo que está por venir, procediendo, como es tradición por estas tierras a una exhaustiva limpieza del hogar -oosouji- y a la confección de postales -nengajou-, si es que así se puede denominar, ya que mucha gente las compra en blanco (únicamente la parte del reverso, que viene con el sello incluido y unos recuadros para indicar el código postal, para escribir la dirección y el remitente, donde nosotros utilizando el espacio en una especie de horror vacui aprovecharíamos a escribir hasta el grupo sanguíneo si nos dejaran, el anverso se imprime muchas veces en casa con un tema de elección: un reciente matrimonio, la inclusión de un nuevo miembro en la familia, o algo más neutral, como el animal del año en el calendario que rige tanto aquí como en China, entre otros), con algún buen deseo escrito a mano en un rincón del mismo.


La suerte está echada en las bolsas fukubukuro
Algo así como la tarjeta navideña que empleamos en nuestro país, pero sin el décimo/participación de lotería, lo que no implica que no les guste el “riesgo” de jugar, que les encanta, como es el caso de las bolsas de la suerte o fukubukuro de nuevo típicas de estas fiestas: con varios precios según la tienda (las hay millonarias), su cuantía en el interior varía, permitiendo al suertudo de turno sustanciales descuentos, vales regalo o precios irrisorios, entre otras ganancias.



 

Lejos de tomar uvas con las doce campanadas (moda por otra parte reciente en España, producto de un excedente de esta fruta tan versátil), con el famoso de turno frente desde la Puerta del Sol o dondequiera que haya un reloj grande y bien iluminado, se comen los toshikoshi soba, una de las modalidades de fideos que ya explicara tiempo atrás, que representan la longevidad: la esperanza y convicción de llevar una vida larga (y plena, se entiende). 


En lugar de salir de cotillón y beber hasta no conocer ni la tabla del 1, se acude al templo budista -denominándose este acto Hatsumoude-, aunque uno sea de otra creencia o de ninguna, en algún momento del día de Año Nuevo. Hay quien prefiere ir a medianoche y quien va al levantarse, después de comer… Bien es cierto que por la noche está muy concurrido ya que se proceden a tocar las joya no kane o 108 campanadas que en esta religión representan el número de pecados de los humanos. Tras escuchar cada una de las mismas, el alma se purifica deshaciéndose de los pecados, partiendo desde cero para el año siguiente. Algunos os jóvenes nipones se aventuran a salir pero poco, ya que esta festividad tiene la misma importancia para los japoneses que la Navidad para nosotros (en lo que a reunión familiar relativamente solemne se refiere, no entro en detalles religiosos ahora).

El paraíso de Bárcenas, para los niños
Otra tradición que se tiene muy en cuenta es la de entregar regalos a los más pequeños de la familia (hasta los 20 años, habitualmente), a modo de pequeño sobre con una cantidad de dinero -otoshidama- indeterminada (desde 1000 yenes), aunque los juguetes y otras fruslerías son también de recibo.

Pero lo que realmente marca la diferencia es la comida. 

Lo hace a diario y en una fecha tan importante no podía ser menos. El osechi, que así es como se denomina, es un conjunto de viandas, normalmente frías (se puede acompañar con sopa o té para calentarse o con sake y cerveza, aparentemente con el mismo resultado) que o bien se compra preparado (es excepcionalmente caro) o se realiza uno o dos días antes (se puede mantener sorprendentemente fresco hasta una semana), lo que permite a todos los miembros de la familia disfrutar de tan importante y, en función de cada cual, solemne o distendido acontecimiento. 

 No hay que olvidar que esta gente no suele hacer las cosas porque sí, especialmente aquellas que se sustentan en una cierta tradición, por lo que todos y cada uno de los alimentos que se presentan en esta especie de bandejas de comida tienen un significado, pero ya me he extendido demasiado. En un futuro post hablaré al respecto.

Modelos de osechi, uno compartimentado y otro no tanto, ambos deliciosos

¡Feliz 2014!

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