viernes, 15 de noviembre de 2013

Hábitos en el vestir 4ª parte (y última): disfraces (ishou, いしょう ,衣装)

Nunca falta el colorido y la sonrisa de oreja a oreja

Si en algún punto del planeta los disfraces tienen un significado especial, aparte del las Comic On con el universo de superhéroes americano o los carnavales de Río (por poner dos ejemplos a bote pronto) es en Japón. Eso sí, teniendo presente que mientras que en los otros lugares es puntual, en tierras niponas llega a ser una constante.


Los cosplays están a la orden del día aunque en determinados puntos de la geografía tokiota son especialmente pintorescos. Quizá cada día nos sorprenda menos, ya que es una moda extendida a lo largo y ancho del globo, pero aquí están algunos de los más trabajados y mejores que se hayan visto, con grandes almacenes destinados únicamente a satisfacer la necesidad que pueda existir sobre ponerse un pelucón verde moco que llegue hasta las rodillas, pero allá cada uno.

¡Qué naturalidad!. Cualquiera diría que salen a comprar el ramen de esa guisa...

Las idols  o iconos del pop suelen ponerse disfraces para actuar, a tal punto que, sin éste y el maquillaje, difícilmente las reconocería ni su propia progenitora… Son grupos muy numerosos llenos de jovencitas (los masculinos existen, pero son menos). Especialmente en la vertiente femenina, suelen llevar el mayor colorido posible, como si estuvieran salidas de una caja de rotuladores.
Las niñas muy barrocas y siempre enseñando pierna, los hombres con neones, como los coches tuning.

Una sirvienta del lejano Oriente

 Las meidos son muchachas jovencitas que se visten de doncella (meido es maid en japonés) para atraer a los visitantes a sus “cafeterías”. Sus disfraces son eróticos, aunque nada más lejos de la realidad, tratando a los clientes con toda la cortesía del mundo (y de paso clavándoles un poco, ya que se paga por el servicio más que por la consumición), haciéndoles sentir superiores. Bajo mi punto de vista es bastante sórdido, aunque nunca se va más allá del mero servilismo, sirve para enfatizar esa sensación de poder y sexo reprimido, pero allá cada cual. Además está ese aspecto tan japonés como son las orejitas de gato, conejo, que les encanta.


Los anuncios son la última fuente inagotable del disfraz. Toda empresa que se precie (sea seria o no) siempre tendrá como poco una mascota representativa (en ocasiones reconocida, en otras un tanto ridícula, pero es la gracia que tiene). Algunos pueblos nipones utilizan estos graciosos muñequillos para promocionarse, con muy buenos datos, he de reconocer.

Funashi, la mascota de Funabashi, una de las más graciosas

Por ahora, queda concluido el apartado de vestimenta, que, como en el caso de la comida… es susceptible de ser retomado en otro momento, ya que aquí las sorpresas son constantes.

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