Soy hombre de
palabra y siempre pago mis deudas (cual Tyrion Lannister crecidito), así que
tras las damas llega el turno de los caballeros. He de confesar que me encuentro
estupefacto por el súbito aumento de visitas del blog (supongo que las niñas
con minifaldas de la entrada anterior no habrán tenido nada que ver, claro ¬¬).
Alguno incluso me ha confesado que está expectante para ver la réplica
masculina, así que habrá que complacer al populacho…
El béisbol les apasiona desde niños hasta bien mayores |
Sea pues,
vamos al tajo, o como dicen por acá, hatarakimasho!.
Los hombres en
Japón llegan a lucir uniforme tanto o más que sus compañeras femeninas, aunque
son quizá menos icónicos en la mayoría de casos. Lo explico brevemente, para
hacerlo digerible: en los institutos todos van con uniforme, pero el femenino
es siempre más vistoso. Además, como en cualquier país, los muchachos suelen
practicar deportes tras las clases en mayor número que las féminas, por lo que
aunque varíen de vestimenta seguirán uniformados (llegados a este punto, es
conveniente aclarar que el deporte patrio es el béisbol en lugar del fútbol,
aunque éste también goza de un cierto protagonismo, por lo que la equipación
más común será la de bateador).
Brevemente explicado: una imagen vale más que mil palabras |
De las bodas,
sus tradiciones, modalidades, supersticiones
y vestimentas hablaré en un futuro no muy lejano, pero adelanto un
detalle que también se aplica al día a día: los hombres utilizan kimonos y
yukatas como las mujeres (no tan comúnmente el yukata, si acaso), si bien es
cierto que las diferencias entre las prendas de ambos sexos son múltiples como
el color (más sobrio para los hombres) o las costuras.
Por otra parte, el
yukata masculino dista menos del femenino, al no contar con hakama
(pantalones), que si posee el kimono.
Todo un clásico |
Los ejecutivos
japoneses (desde cajeros de banco hasta empresarios) están cortados por el
mismo patrón. Si no todos, el 95%, que son los que se agolpan unas veces, se
adormecen otras, en el metro todas las mañanas. En verano lucen pantalón negro
(si acaso azul marino, pero suelen llevar el primero con mayor frecuencia) y camisa
de manga corta blanca (los rigores del clima no permiten otra cosa), zapatos, a
ser posible negros también. Muchos llevan gafas y todos cargan con un maletín, de
nuevo negro, en el que sabe Dios lo que habrá. En invierno se ponen una camisa de
manga larga y una americana, permitiéndose alguna variación en los colores,
aunque sin mucha floritura.
En los demás
oficios existen uniformes propios, pero destaca por encima de todos el de la
construcción, ya que, mientras que en los demás las diferencias con Occidente
son menores, en este caso particular, surgen dos elementos propios: los
pantalones bombachos, pero estrechos desde la espinilla (cual manga de Dragon
Ball, por lo menos) y la inestimable (y veraniega) toalla humedecida en la
cabeza, para soportar el calor, que les confiere un aire más de piratas que de
obreros (o igual soy yo, que tengo mucha imaginación, vaya usted a saber).
Tiene su aquel ir así al "curro" |
Pero la
estrella son los señores entrados en años. ¡Ah! La tercera edad, qué divertida
puede ser a veces… Aquí se uniforman solos, sin necesidad de trabajar o de ir a
clase. Es francamente entretenido verlos, a los urbanitas, al menos, con esos pantalones de lona
universales (nunca los he visto a la venta, pero están por todo el mundo; será que
los jóvenes los tenemos prohibidos…), que aquí se llevan
mayoritariamente grises, supongo que por aquello de ir acorde al color de
pelo, camisa blanca (éstas se mantienen on fire da igual la edad), zapatillas
de deporte último modelo (parece de broma, pero ya las quisieran muchos chavales
occidentales para salir de farra) y una gorra tirando a vieja, preferiblemente de algún
viaje, como a Hawaii, que aquí se estila cantidad.
Los jóvenes, no obstante, visten como más o menos les parece, con gran libertad, mucha influencia norteamericana y ese toque propio que tan especial hace a Japón.
Los hay macarras y elegantes, como en todas partes |
Habréis
observado que me centro casi exclusivamente en el look estival, pero es el
tiempo que llevo aquí, aunque cada vez más “The Winter is comming”, con el que, de paso, cierro el círculo referente al tito George. R.R. Martin.
La semana que
viene, esta vez sí y salvo causa de fuerza mayor, hablaré de ese afán que
tienen aquí para disfrazarse, aunque no celebren ni Halloween (sólo para
niños) ni Carnaval.
Sed buenos.
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