sábado, 10 de agosto de 2013

Vivir y beber en Japón



Si tienes dinero y sabes meterlo en una maquinita, es imposible que mueras de sed en Japón.

 
 La maquinita en cuestión

Esa es la conclusión a la que llega cualquiera en su primer vistazo a una ciudad nipona. Las máquinas de bebida en cuestión están por doquier y no distan entre sí más de cien metros de distancia. Hay quien sostiene que se reproducen por la noche y al día siguiente surgen otras nuevas -el período de gestación es más bien corto-, bien solitarias, bien en pareja. Eso, claro, cuando no están reunidas en manada como las señoras que pasan la tarde al sol -eso sí que es igual en todas partes- en los puntos de interés como estaciones de metro o supermercados (¿no se podrán comprar las bebidas dentro? Pues sí, pero parece que no tiene la misma gracia).

Las máquinas más modernas han llegado al punto de altanería -es lo que tiene la juventud, que se atreven con todo- que reconocen al fulano que está delante y hallan los patrones de consumo del mismo, sugiriendo las opciones más demandadas. Sencillamente increíble.

A raíz de un post que recopila algunas de las más destacadas, http://www.fotonazos.es/2013/04/las-bebidas-japonesas-que-probe-durante-mi-viaje-a-japon/ me empecé a interesar por todas ellas, estando todavía en España. Ahora que he probado algunas de las que aparecen en el anterior y otras tantas nuevas -es un mundo sin fin, de veras-, puedo hablar algo más con conocimiento de causa.

Desde el agua hasta las bebidas energéticas (ponen anuncios de Red Bull en televisión  y en los bares y restaurantes no son pocos los objetos de la marca, aunque todavía no lo he visto en las tiendas, no comprendo nada), pasando por las espirituosas, las variedades son inagotables. En este post comentaré solamente las bebidas “amables” dejando las realmente adictivas para la siguiente edición.
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Algunas de las más destacadas son:

-          Aguas: con gas, sin gas, con sabores a casi todo, muchos de ellos propios de la tierra, son algo así como la evolución de las que empiezan a comercializar en España. En los restaurantes el agua suele ser gratis: es agua de "máquina", del grifo, pero pasada por purificadoras privadas.

-          Tés: la punta de lanza de los japoneses. El té se toma sin azúcar y es de buen recibo invitar a tomar el té a todo hijo de vecino, desde el té verde (un mundo en comparación con lo que pretenden vendernos a nosotros con tal nombre), hasta el Oolong tea (sí, sí como el cerdito de Dragon Ball, no en vano Puar, el amigo de Yamcha viene del té Pu-Ehr, pero para hablar de eso ya habrá tiempo otro día). Aquí es como el agua y llega a sustituirla en muchas ocasiones.

-          Refrescos: las posibilidades se multiplican con refrescos de melón y mil sabores tropicales. No es el primer sitio en el que tienen una extensa (de un par de hojas) carta de refrescos y pides una cola y te dicen que no tienen… y eso que la influencia norteamericana no es desdeñable...


Aquí no son muy creyentes así que la uva moscatel la usan en bebidas carbonatadas
 
-        Bebidas para deportistas: junto al Aquarius de toda la vida, aparecen un sinfín de bebedizos extraños, algunos con apariencia y mismos efectos que el suero de hospital -gelatinosos, dan algo de grima-, para reponer sales minerales -aquí el agua es de mineralización nula, por lo visto- y otros nutrientes, y otras, para quemar más grasa y energía mientras se hace ejercicio -estas conviene beberlas antes de empezar-.

-          Zumos: en esto también nos ganan, amigos. Aunque no son particularmente llamativos, los tienen normales y con leche, como si de Biofrutas (yo siempre los llamaré así por mucho que cambien el nombre) se tratara. 

 Zumos y tés imposibles, unos deliciosos, otros infumables...



     Por hoy suficiente, aunque sé que me estoy dejando muchas en el tintero. Prometo trabajármelo más y empezar con sesiones semanales en lugar de mensuales a partir de ahora.
 



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