El sake, el vino de toda la vida,
la cerveza e infinidad de licores, a pelo o ya mezclados se encuentran por todas
partes en Japón, con formas y colores sugerentes o con envases tan ordinarios
como una garrafa de plástico.
Son grandes y parecen de plástico aunque realmente son de cristal. No hay nada con más clase...
Una cosa es segura, independientemente de su envoltorio: es bastante caro. Especialmente para alguien procedente de España.
Sin ánimo de generalizar, pero para
algunos japoneses beber alcohol puede tener una connotación completamente
distinta de la que tenemos en España, donde se suele concebir como mero
acompañamiento lúdico u objeto de desinhibición leve, con excepciones
lamentables, claro está.
En el moderno Cipangu que describiera Marco Polo, las
jornadas laborales suelen ser más duras y las vacaciones reducidas. Por si
fuera poco están sometidos a muchísimas reglas de comportamiento que nuestro
carácter más desenfadado sólo puede imaginar y a duras penas. Por tanto, la
presión a la que se ven sometidos les lleva, en los momentos de ocio, a beber
más rápido y con menos control. Muchos
factores influyen. Por norma general tienen menos masa corporal, por lo que
parece obvio que ante una ingesta similar, se emborrachen antes. Apenas comen
antes de beber -algo de lo que nosotros nos solemos cuidar mucho y en
abundancia bebiendo y sin beber-, y eso, de nuevo conlleva una asimilación más
rápida y con efectos más devastadores.
No hay bar que se precie sin cervezas frías. Aquí está la de los "Marinos" de Yokohama
Como cualquiera puede suponer, no es extraño ver en algunos una transformación total más marcada que en otros lugares, ya que siendo gente tan recta hace que pensemos en ellos como en una versión asiática del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Para ponernos en situación,
conviene aclarar que, salvo en privado, los japoneses no suelen demostrar sus
vínculos afectivos como en Europa. Apenas se tocan y la proxemia es sagrada.
Con alguna copa de más se vuelven afables, divertidos, gritones, extrovertidos
en algunos casos y hasta problemáticos. Vamos, como la mayoría de cualquier
otro país, pero como digo, se nota más, por aquello del contraste.
Esto no he podido probarlo por principios, aunque no dudo que tendrá sus seguidores...
Volviendo al qué de nuevo y dejando el cómo de lado, el arroz es muy importante tanto para comer como para beber, con bebidas que proceden directamente de este habitual manjar. No resulta extraño observar cervezas hechas con arroz en lugar de cebada o trigo como materia prima y el sake es producto nacional -como un vino de arroz, con la apariencia y el aroma del licor y la graduación del vino, aunque es variable en función de la marca-.
Un producto de más o menos reciente
implantación en España son los refrescos alcohólicos o los licores ya mezclados.
En Japón se codean con las marcas de toda la vida y algunos parecen ser
auténticos bebedizos más propios de la mazmorra de un castillo fantástico
mientras que otros se asemejan más a creaciones de químicos de laboratorio.
Tienen hasta pasillos enteros en los supermercados y como con los refrescos, es
difícil no encontrar uno para cada día del año, si tienes estómago… e hígado.
Una muestra de estos refrescos alcohólicos que algunos devotos de "la Virgen de Guadalupe" querrían probar
La semana que viene empieza el monográfico
sobre la comida, un mundo más apasionante que el de la bebida en contra de lo
que pudiera parecer en un principio. Tras eso pasaremos a temas más serios,
como hábitos de vida, costumbres, aficiones, arte, manga… Pero como decía Clara
la de Heidi (creada aquí también, como no podía ser menos): “Todo se andará”.
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