Terremotos,
maremotos, volcanes, tifones, olas de calor extremo, corrimientos de tierras
vertidos nucleares y bombas atómicas… parecen los argumentos para crear una
película catastrofista como 2012, aunque estemos en 2014 ya y terminándolo
(habría que cambiarle el título, se entiende), pero son algunas de las cosas
que han sucedido en el último siglo en Japón y la mayoría además en el último
lustro, para ser exactos.
Uno de los momentos más dramáticos de 2011. |
Al margen de
la ya conocida -y nefasta en este caso- mano del hombre, la Madre Naturaleza en
Japón suele ser bastante traicionera. Tanto que en apenas diez días pueden
sucederse, como está aconteciendo, 1.-Una erupción volcánica que mucho recuerda
a la de Pompeya y deja, hasta el momento casi medio centenar de muertos, algún desaparecido y fotos
tan espectaculares como espeluznantes para el recuerdo, 2.-Terremotos varios en
diferentes lugares de Japón, el último localizado en el mar pero próximo a
Hokkaido, y 3.-Tifones, dos en cuestión de una semana, el que está a punto de
llegar, el mayor de todos los de este año -van 19, nada menos-.
Hay muchas
teorías que sostienen que el calentamiento global y sus consecuencias tienen un
alto grado de responsabilidad en algunos asuntos concretos de los ya citados -especialmente
en el aumento inusitado de las temperaturas con veranos realmente extremos en
el sur de Japón o en el incremento de los tifones: no es que antes no hubiera,
pero eran menores y más espaciados en el tiempo-, pero la realidad es que otros desastres se han
sucedido y se mantienen sin solución de
continuidad, únicamente por la ubicación del país sobre placas tectónicas en
tensión constante (el nombre se las trae: Cinturón de Fuego del Pacífico). La conclusión
es muy sencilla: la actividad volcánica y sísmica es extremadamente superior a
la de cualquier otra región del ancho mundo. Raro es el mes en el que no pasa
algo, aunque no siempre sea su magnitud enorme y devastadora, por suerte.
Los incendios son frecuentes tras los terremotos
y multiplican el número de víctimas
|
Suelo bromear
diciendo que apenas hay delitos en Japón porque si los hubiera, no quedaría
tiempo en las noticias, ya que los fenómenos naturales copan la mayor parte de
los informativos, que, por si fuera poco y fruto del carácter nipón
extremadamente meticuloso (casi, casi como el español y sí, estoy tratando de
ser irónico), suelen extenderse sin perderse detalle alguno, realizando un
seguimiento exhaustivo.
El terremoto
de grado 9 en la escala de Richter y posterior tsunami de 2011 permanece en la
retina de muchas personas a lo largo del mundo. Por si fuera poco desastroso,
el accidente nuclear consiguiente magnificó un problema enorme per se en una situación extrema de
índole planetaria y su repercusión final sigue sin conocerse con exactitud,
dado que cualquier otro terremoto de magnitud importante podría agravar la ya
crítica situación, algo nada descabellado atendiendo a la historia reciente y
pasada del país: en los dos últimos decenios y sin contar con el ya citado de
Sendai, son media docena los terremotos con una magnitud superior o cercana al
grado 7, segando la vida de miles de personas y dejando cuantiosos daños
materiales, de los que, sin embargo y fruto del trabajo ordenado y colaborativo
de los nipones -era vox populi que
incluso la Yakuza tuvo un importante papel en la restauración y búsqueda de
desaparecidos del último gran terremoto, tanto con efectivos, como con medios
económicos -.
La ceniza volcánica lo cubre todo a su paso |
Las
erupciones volcánicas son más esporádicas que los terremotos pero más
frecuentes que en la mayoría de países, si bien Japón es un país con una densidad de población realmente alta, por lo que la trascendencia será todavía mayor que en otros con la
misma actividad e incluso superior, aunque no son muchos los que disfrutan de
este “honor”. No en vano, el Monte Fuji, icono por excelencia de Japón, tanto
dentro como fuera de sus fronteras, es un cono volcánico activo (con escaso
riesgo de erupción eso sí).
Este amiguito llamado Vongfong está de visita por Japón |
Por último
aunque no menos importante, los tifones golpean una y otra vez la costa
japonesa en prácticamente toda su extensión, aumentando su velocidad y capacidad destructiva. La previsión meteorológica permite a la mayoría de la
gente prepararse más concienzudamente de lo que lo harían ante un terremoto o
una erupción volcánica, lo que no significa que no se cobren alguna vida que
otra.
Si pasado mañana "aguantamos el chaparrón" volveré la semana que viene retomando, por fin, la historia de Japón.
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