sábado, 11 de octubre de 2014

Desastres naturales ( shizen saigai, しぜんさいがい , 自然災害)



Terremotos, maremotos, volcanes, tifones, olas de calor extremo, corrimientos de tierras vertidos nucleares y bombas atómicas… parecen los argumentos para crear una película catastrofista como 2012, aunque estemos en 2014 ya y terminándolo (habría que cambiarle el título, se entiende), pero son algunas de las cosas que han sucedido en el último siglo en Japón y la mayoría además en el último lustro, para ser exactos.

Uno de los momentos más dramáticos de 2011.
Al margen de la ya conocida -y nefasta en este caso- mano del hombre, la Madre Naturaleza en Japón suele ser bastante traicionera. Tanto que en apenas diez días pueden sucederse, como está aconteciendo, 1.-Una erupción volcánica que mucho recuerda a la de Pompeya y deja, hasta el momento casi medio centenar de muertos, algún desaparecido y fotos tan espectaculares como espeluznantes para el recuerdo, 2.-Terremotos varios en diferentes lugares de Japón, el último localizado en el mar pero próximo a Hokkaido, y 3.-Tifones, dos en cuestión de una semana, el que está a punto de llegar, el mayor de todos los de este año -van 19, nada menos-.

Hay muchas teorías que sostienen que el calentamiento global y sus consecuencias tienen un alto grado de responsabilidad en algunos asuntos concretos de los ya citados -especialmente en el aumento inusitado de las temperaturas con veranos realmente extremos en el sur de Japón o en el incremento de los tifones: no es que antes no hubiera, pero eran menores y más espaciados en el tiempo-, pero la realidad es que otros desastres se han sucedido y se mantienen sin solución de continuidad, únicamente por la ubicación del país sobre placas tectónicas en tensión constante (el nombre se las trae: Cinturón de Fuego del Pacífico). La conclusión es muy sencilla: la actividad volcánica y sísmica es extremadamente superior a la de cualquier otra región del ancho mundo. Raro es el mes en el que no pasa algo, aunque no siempre sea su magnitud enorme y devastadora, por suerte.

Los incendios son frecuentes tras los terremotos
  y multiplican el número de víctimas


Suelo bromear diciendo que apenas hay delitos en Japón porque si los hubiera, no quedaría tiempo en las noticias, ya que los fenómenos naturales copan la mayor parte de los informativos, que, por si fuera poco y fruto del carácter nipón extremadamente meticuloso (casi, casi como el español y sí, estoy tratando de ser irónico), suelen extenderse sin perderse detalle alguno, realizando un seguimiento exhaustivo.

El terremoto de grado 9 en la escala de Richter y posterior tsunami de 2011 permanece en la retina de muchas personas a lo largo del mundo. Por si fuera poco desastroso, el accidente nuclear consiguiente magnificó un problema enorme per se en una situación extrema de índole planetaria y su repercusión final sigue sin conocerse con exactitud, dado que cualquier otro terremoto de magnitud importante podría agravar la ya crítica situación, algo nada descabellado atendiendo a la historia reciente y pasada del país: en los dos últimos decenios y sin contar con el ya citado de Sendai, son media docena los terremotos con una magnitud superior o cercana al grado 7, segando la vida de miles de personas y dejando cuantiosos daños materiales, de los que, sin embargo y fruto del trabajo ordenado y colaborativo de los nipones -era vox populi que incluso la Yakuza tuvo un importante papel en la restauración y búsqueda de desaparecidos del último gran terremoto, tanto con efectivos, como con medios económicos -.

La ceniza volcánica lo cubre todo a su paso
Las erupciones volcánicas son más esporádicas que los terremotos pero más frecuentes que en la mayoría de países, si bien Japón es un país con una densidad de población realmente alta, por lo que la trascendencia será todavía mayor que en otros con la misma actividad e incluso superior, aunque no son muchos los que disfrutan de este “honor”. No en vano, el Monte Fuji, icono por excelencia de Japón, tanto dentro como fuera de sus fronteras, es un cono volcánico activo (con escaso riesgo de erupción eso sí).

Este amiguito llamado Vongfong está de visita por Japón
Por último aunque no menos importante, los tifones golpean una y otra vez la costa japonesa en prácticamente toda su extensión, aumentando su velocidad y capacidad destructiva. La previsión meteorológica permite a la mayoría de la gente prepararse más concienzudamente de lo que lo harían ante un terremoto o una erupción volcánica, lo que no significa que no se cobren alguna vida que otra.

Si pasado mañana "aguantamos el chaparrón" volveré la semana que viene retomando, por fin, la historia de Japón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario