No se pueden dar dos pasos sin encontrar alguna |
1. Las
pantallas: están por todas partes. Al margen de lo icónicos que son los
barrios como Shibuya, con los enormes neones convertidos hoy en pantallas
gigantescas, no se puede salir a comprar a ningún sitio sin encontrárselas,
aunque sean de 3 o 4 pulgadas.
Estar
mirando algún artículo -comestible, de higiene, etc…- y que te “asalte” un
ruidoso anuncio en una especie de Nintendo DS está a la orden del día en los
supermercados nipones.
Desde
luego, ya no hay quien compre tranquilo.
2.
El sol:
hay pocos países que tengan el sol por bandera, pese a estar considerado el
astro rey.
Uruguay, Argentina, teóricamente Corea y poco
más.
Bien protegida y por la sombra |
No obstante, Japón siempre lo ha tenido claro:
ya sea la versión con rayos que, contrariamente a lo que se cree, no es
representativa únicamente de la Segunda Guerra Mundial, como lo fue la bandera
nazi, sino que es previa y todavía hoy se usa en determinados sectores navales,
ya sea la versión moderna y sencilla que ha dado lugar a numerosos
chascarrillos por la zona de Chueca, Lorenzo está muy presente en la
iconografía mundial y especialmente en la nipona, donde, no en vano, su sobrenombre es “el país del sol naciente”.
El sol se deja sentir con fuerza en Japón. La
humedad tampoco ayuda, como es natural. Es por eso que existe un sinfín de
objetos para protegerse del mismo.
Todo aquel que haya visto a un turista japonés
-especialmente las mujeres, que son las que más se cuidan- se habrá percatado
de esas gorras que parecen lámparas, que tienen poco de estético pero mucho de
útil. Para los asiáticos en general y los nipones en particular, esto tiene una
sencilla explicación: el cuidado de la piel es algo primordial, tanto en lo que
a salud corresponde -para evitar sustos de índole cutánea- como en lo que
socialmente se considera elevado: su piel es más delicada que la nuestra en ese
sentido (en otro es mucho más agradecida y permite que aparenten menos años de
los que tienen hasta una edad avanzada) y una piel clara indica un rango social
alto, ya que los que trabajan al exterior son los otros (como en Occidente
hasta la irrupción de Coco Chanel).
Incluso las bicis llevan "guantes" para protegerse del sol |
Las gorras no son el único elemento controvertido,
ya que utilizan sombrillas, parasoles,
incluso en los días nublados (no son paraguas, aunque pudiera parecerlo).
Cubren además sus manos de Ben Gay (que diría el ínclito Juan Luis Guerra) con largos
guantes de finos materiales, que a mí, como cinéfilo amateur, me evocan una y
otra vez a esa escena emblemática en la que Rita Cansino se nos mostraba
seductora bajo su célebre personaje, instantes antes de saltarle un diente de
un bofetón a Glenn Ford (es verídico) y demostrando, dicho sea de paso, que una
mujer puede ser dulce y fuerte, temperamental en cuestión de unos instantes.
Así
todas y cada una de las veces que me cruzo con alguna japonesa y son
incontables, porque hay muchas y todas van igual.
Por
contrapartida, como es natural, usan menos crema solar, ya que el contacto con
la piel es mínimo.
3. Los pañuelos
de papel: desde el día en que llegué a Japón, y va para un año, no he
comprado jamás pañuelos de papel y “me salen por las orejas”, que no son pequeñas. ¿Cómo
puede suceder algo así?, cabría preguntarse. Y ya puestos en harina,
-¿Es un
mago?
- No.
-¿Es
un payaso?
-Eso
no viene al caso.
-¿Entonces,
qué?
Los pañuelos son siempre iguales, pero cambia el anuncio |
La
explicación es muy simple: infinidad de jovencitos y jovencitas en todos los
nodos ferroviarios los regalan con fruición, prácticamente a todas las horas y
todos los días de la semana.
Los
pachinkos y otros muchos establecimientos incluyen un pequeño papel promocional
en el interior de los mismos (en ocasiones puede estar impreso en el plástico
que los recubre) a modo de propaganda y los regalan para llegar al mayor número
posible de personas.
Aparentemente
todo el mundo sale beneficiado: los chicos ganan un dinero fácil repartiéndolos, los viandantes
consiguen pañuelos gratis por doquier y la compañía o el lugar que aparece anunciado, supongo, incrementará sus beneficios ante
la avalancha de incautos compradores, que inducidos por la publicidad acudirán en masa a afiliarse/comer/jugar, etc.
En realidad todo esto sale en los mangas, pero es verdad que en mis vacaciones en Japon termine llena de pañuelos.
ResponderEliminarMe gusta realmente tu blog, espero que sigas colgando posts ;)
Muchas gracias. Todas las semanas, religiosamente, escribo, con mayor o menor calidad, pero con gran constancia.
ResponderEliminarY tienes razón. Los mangas, aquellos que no son fantásticos al menos, nos acercan al mundo nipón con sorprendente realismo.