Mario y Sonic, enemigos íntimos |
El
día del orgullo friki, que se celebra mundialmente mañana, sería
exponencialmente más aburrido y con menos contenido si no existiera Japón. Y es
que esta gente es la creadora o desarrolladora de alguna de las mayores
industrias del ocio que conocemos hoy día. Podría hablar del manga una vez más
(lo haré de manera pormenorizada en ocasiones venideras, como ya he prometido
en otras ocasiones) y que constituyen una categoría en sí misma.
Sin embargo, hoy voy a centrarme en unos electrodomésticos que, si bien debido a su masificación y uso indiscriminado están acabando con la infancia de muchos niños (es más fácil marcar goles en el PES o el FIFA que en el parque, por lo visto), en su justa medida, puede traer muy buenos recuerdos a más de uno y ser una vía de escape y relajación después de una jornada de estudio/trabajo: hablo naturalmente, de las videoconsolas y de manera concreta de las que vienen del país del sol naciente, que es lo propio.
Sin embargo, hoy voy a centrarme en unos electrodomésticos que, si bien debido a su masificación y uso indiscriminado están acabando con la infancia de muchos niños (es más fácil marcar goles en el PES o el FIFA que en el parque, por lo visto), en su justa medida, puede traer muy buenos recuerdos a más de uno y ser una vía de escape y relajación después de una jornada de estudio/trabajo: hablo naturalmente, de las videoconsolas y de manera concreta de las que vienen del país del sol naciente, que es lo propio.
Siempre había algún crack en el barrio que se pasaba el juego entero, dejándote a la altura del betún.
Las
consolas aparecieron para alegrar los hogares de todo el mundo algo más tarde
que sus antecesores, como no podía ser de otra manera, las máquinas recreativas.
De nuevo, le debemos mucho a Japón, ya que sin ellos no sabríamos la emoción,
tras echar 5 duros, de reventar pompas de jabón, coger momias y fantasmas a
golpe de aspiradora, partirle el lomo a la Chun-Li de turno (¡y todo esto
descubriendo mundo!), convertir en bola de nieve a todo bicho que se cruzara en
nuestro camino o luchar contra Shreder y compañía uniendo caparazones con otros
colegas (por muy americanas que fueran, los juegos venían de Japón, como los
niños de París, pero de verdad).
Una gran compañía, en su momento |
Konami,
Data East, Namco o Taito, fueron para muchos niños y jóvenes, el primer
contacto con el mundo nipón. Una historia que acababa cuando no había más
créditos y volvía a aparecer con una reluciente moneda de 25. La inmensa mayoría han desaparecido ya, quedando las que han sabido envejecer y dar el salto a muchos hogares
Pero todo cambió cuando las consolas irrumpieron en las casas a comienzos de los 90. X-box, como producto americano, queda fuera del post. Es momento de analizar aquellas que provienen del lejano oriente, como los Reyes Magos (para no pocos niños, las unas llegaron de la mano de los otros):
Aunque
últimamente Sony está apuntando ingresos a la baja y su cotización ha descendido un
buen trecho el último año, sigue siendo un gigante tecnológico a tener en
cuenta. Sus inventos, en especial las consolas PlayStation (tanto las
portátiles como las caseras) nos han tenido muchas horas pegados a una
pantalla, ya sea subiendo de nivel a personajes como Cloud, Squal o Tidus,
entre un sinfín, marcando goles de ensueño con equipos de leyenda, explorando
mazmorras, tocando tambores, matando hordas tanto de zombies (la primera noción
que algunos tuvieron de que las grandes compañías podían ser malvadas empezó gracias
al conocidísimo paraguas rojiblanco y su Virus-T) o nazis durante la Segunda
Guerra Mundial, pasando algo de angustia en la Colina del Silencio, tratar de
hacer un héroe del esquelético Daniel Fortesque (la desaparición de esta saga
fue un misterio inexplicable) y así ad infinitum, en sus diferentes
plataformas.
Entre uno y otro apenas hay unos años: increíble |
Pero
si de videoconsolas hablamos, nuestro mundo actual, nuestra iconografía de los
90 hasta hoy, por ejemplo, no sería lo mismo sin el fontanero bigotudo
aficionado a comer unas setas mágicas para hacerse grande (apología de las
drogas, ¿Dónde?), los karts virtuales con amigos, defender Hyrule del malvado
Ganondorf o que algo “tan mono” volara de barril en barril (ojo que todos estos
títulos tan míticos tienen como creador y desarrollador al bueno de Shigeru
Miyamoto: él solito se lo ha comido y se lo ha guisado desde la NES).
Nintendo
cambió nuestro modo de entender los videojuegos, a guardar las partidas, a
aprendernos passwords surrealistas para volver a jugar desde un determinado
nivel y mil cosas más.
Han sido tantos recuerdos que es imposible nombrarlos a todos: desbaratar los malvados planes del Dr. Willy, el Rey Dedede o descubrir que el
bueno de Samus en realidad era la buena de Samus, se convirtieron en los
propósitos de varias generaciones, ávidas de aventuras, aunque fueran digitales.
La familia Nintendo (falta la jovencita Wii-U) |
Otras
quedaron por el camino aunque marcaron la infancia de una generación y hoy
sobreviven como soldados de fortuna en otras compañías: no son el Equipo A,
sino el erizo más veloz de la historia, que de Sega pasó a su archienemiga años
atrás, la ya citada Nintendo, en un sinfín de píxeles, música midi y afán de
superación personal.
Nuestros
altos niveles de frikismo no serían ni remotamente similares sin las tardes
echadas sosteniendo un mando entre las manos, cada vez con más botones y menos
cables (esto es de agradecer), en solitario o con amigos, en 2D o con unos
niveles de realismo, en tan pocos años, que auguran un futuro impresionante.
Para bien o para mal hace mucho tiempo que los videojuegos llegaron para
quedarse y no hay mejor manera de celebrarlo que jugando una partidita.
¿Sois capaces de reconocer todos y cada uno de los juegos citados? Si es así, enhorabuena. Estáis preparados para disfrutar del día como se merece.
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