sábado, 10 de mayo de 2014

Día del niño (kodomo no hi, こどものひ, こどもの日)


Una apariencia impresionante


Una de las tradiciones más impresionantes que se pueden vivir en Japón, por el maravilloso despliegue visual que conlleva, es el 5 de mayo, día festivo nacional dedicado a recordar a los niños varones de cada casa (eso sí, que nadie prepare los billetes de lotería al oír el Día del Niño, que poco tiene que ver con las tradiciones españolas). Del mismo modo que el 3 de marzo (parece que van siguiendo la canción de San Fermín) es el día reservado a las niñas, con festejos preparados a tal efecto y otro despliegue similar pero con muñecas, la festividad de mayo se concibe para honrar a los más pequeños de la casa, que como coreaban en un capítulo de Los Simpsons, son el futuro.

La primera muestra de tal celebración son las banderas o cuando menos telas tubulares asemejándose a la forma y pintadas de la misma manera que las carpas (koi) que ondean al viento en multitud de casas y otros edificios a lo largo todas las ciudades de Japón, así como en otras latitudes tales como ríos, campos o incluso en la costa, cerca del mar (básicamente son bienvenidas en cualquier lugar donde se puedan colgar), formando en ocasiones auténticos mosaicos móviles, muy coloridos como es de esperar en una celebración así. Son realmente dignas de ver.

Cualquier lugar va bien para colgar las koi
Las carpas representan (lo he dicho muchas veces, no hay nada dejado al azar) la perseverancia y el esfuerzo, ya que es lo que hacen dichos animales al remontar el río: una creencia proveniente de la mitología china, que matizaba que las carpas que lo conseguían mudaban su cuerpo para convertirse finalmente en dragones.

Estas carpas simbolizan la familia, siendo las más grandes las de los padres y las más pequeñas aquellas que representan a los hijos, por orden de llegada.

A estas simpáticas banderolas se las considera habitualmente la manifestación “externa” del Kodomo no hi, No obstante, de puertas para adentro, también hay no pocos hábitos que merece la pena reseñar:

Kabuto con todos los accesorios



En primer lugar, aquí se parece más al Hina matsuri, se coloca en la sala de estar de las casas, un casco (llamado kabuto, como Koji, el piloto de Mazinger Z) o una armadura samurái (desde torso para arriba o desde pectorales para arriba, según el caso), por cada niño, a modo de protección, salud y como símbolo de que éstos llegarán a convertirse en hombres valientes y aguerridos algún día.

Lo cierto es que la festividad ancestral, en su día era una ceremonia de la masculinidad, un paso a la edad adulta con sus fastos correspondientes, pero con el paso de los años, el cambio de vida y la modernidad, ha quedado relegada únicamente para niños, perdiéndose esa condición.

El casco en cuestión vale un auténtico ojo de la cara -los más pequeños, los grandes, la niña del otro también- y por descontado, trae todos lo complementos que no hacen sino encarecer más todavía el producto final, para alegría de los niños, tristeza de los progenitores y desfalco de la cartera en ciernes, así que las familias con varios hijos pueden ir preparando la chequera. En el caso de padres que tengan “la parejita” o más de un churumbel de cada, además de tener que ahorrar mucho para pagarlo, se pasarán los meses primaverales montando y desmontando los chiringuitos de unos y otros.

Kashiwa mochi, o mochi hoja de roble (como la lechuga)
Por último, que no por ello lo menos importante, esta tradición incluye también un dulce típico propio y como no podía ser menos, se trata de una variante del mochi (pasta de arroz, que me encanta pero entiendo que tendrá también sus detractores), el kashiwa mochi, aunque esta vez y sin que sirva de precedente, el dulce -relleno como suele ser en todos estos casos de la pasta de judías dulces denominada anko- viene cubierto por una hoja de roble, aportándole un sabor sumamente característico. Dentro del kashiwa mochi hay diferentes tipos, como en el mochi normal.

¡Qué majetes los dos!
Como curiosidad freak (no es la primera de hoy después de lo de Mazinger), durante el día de los niños se exhibe también la figura de Kintaro, un niño con fuerza hercúlea que pertenece al folclore nipón más antiguo y que se caracterizó por su valentía y su tesón, por lo que se considera perfecto durante estas fiestas (por si fuera poco, a menudo se le representa con una carpa de gran tamaño, algo idóneo para la celebración en cuestión). Para los amantes de One Piece, manga japonés actual por antonomasia, quizá les recuerde a Sentomaru, personaje al que toma como modelo el primero.

Y es que no hay nada nuevo bajo el sol (naciente).

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