Antes de comenzar el post semanal me gustaría aclarar que no pretendo herir la sensibilidad de nadie. Solamente ilustraré una faceta de la vida en Japón, como hago todas las semanas, con algo de sentido del humor pero ninguna intención de molestar al prójimo. Dicho esto, a buen entendedor pocas palabras bastan.
El evento congrega a auténticas multitudes |
De
todos los festivales (entendido el término como un evento alegre y
multitudinario, no necesariamente con la connotación musical con la que se ha
generalizado en España y otros lugares) que acontecen cada año en Japón, uno de
los más sorprendentes, divertidos y extraños con mucha diferencia sobre sus
inmediatos competidores como el también célebre Konaki Sumo (que básicamente
consiste en que luchadores de sumo profesionales hagan llorar a bebés, con su
explicación pertinente) es el Kanamara Matsuri o Adoración al pene de metal, una celebración de corte sintoísta de protección, fertilidad y salud.
¡Qué cachondo!... y nunca mejor dicho |
El
icónico órgano viril masculino -no voy a entrar en valoraciones, al menos de
tamaño-, con un color rosa que llega a hacer daño a la vista, es el rey y
protagonista de este acontecimiento que se celebra en varios puntos de la geografía
nipona, pero que es especialmente famoso en la zona de Kawasaki, a medio camino
entre Tokio y Yokohama a comienzos de abril, durante la Sakura.
No
es que sea nada nuevo. Es sencillamente un canto a la fertilidad como otras
culturas clásicas y milenarias han venido haciendo desde que el mundo es mundo
y lo pueblan los humanos, pero en Japón este hecho llama especialmente la
atención, si tenemos en cuenta que las muestras de afecto en público no son de
buen recibo (por educación, no por motivos religiosos) y en los desnudos
integrales, sea cual sea la situación, siempre se pixelan los órganos
reproductores, incluso en la industria pornográfica (algo que también puede
llamar la atención en Occidente).
Una golosina como otra cualquiera. Ojo con las caries |
Lo
he comentado hasta la saciedad en otros posts, a los japoneses se les dan bien
muchas cosas, pero si hay que citar una característica verdaderamente rentable
es que saben hacer negocio de prácticamente todo -así va su economía- y junto a
la procesión del badajo en cuestión, como si de un paso de Semana Santa se
tratara (sin ánimo de herir susceptibilidades con la analogía: sencillamente,
el funcionamiento es idéntico, con sus “costaleros” y todo), aparecen como por
arte de magia y únicamente para la ocasión, multitud de puestos que en pocas
horas venden todo tipo de artículos relacionados, como golosinas, disfraces
varios y artículos decorativos (a efectos visuales parece una despedida de
soltera occidental que se ha ido de las manos, salvo que aquí participa todo el
mundo sin importar sexo, raza o religión).
Hay que tenerlos para salir de esta guisa |
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