El gran Akira Toriyama, creador
de series tan famosas como Dr. Slump o Dragon Ball decidió bautizar a toda una
saga de guerreros intergalácticos los Saiyajin: Saiya no es más que Yasai
(vegetal) cambiando las sílabas de orden. El sufijo –jin es el gentilicio
universal en japonés. Los nombres derivados no son sino distintos vegetales
cambiando las sílabas de orden o con alguna pequeña variación (o a las claras
como Vegeta y su padre el Rey Vegeta). Lo mismo haría con el resto de razas y
personajes aunque éstos provengan de electrodomésticos (el gran Freezer, Cooler
y compañía), derivados de la leche (sus fuerzas especiales de élite),
instrumentos musicales (los secuaces de Piccolo Daimaoh) y un interminable
etcétera. Si alguien desconocía el dato pese a ser fan de la serie o el manga,
nunca volverá a verla de la misma manera… pero es lo que hay, así es el sentido
del humor japonés.
Dejando la cultura freak aparte
por un momento, la climatología japonesa y su localización geográfica,
prácticamente en las antípodas a la nuestra, además de tratarse de una isla,
conllevan el desarrollo de plantas que sólo se desarrollan en este punto
concreto. No es extraño por tanto ir a un restaurante o al supermercado y
toparse con alimentos de los que desconocemos su sabor y hasta ese mismo
instante su forma ya que no los habíamos visto jamás, por mucho que en la
tienda de la esquina de nuestra casa pregonen que tienen una selección “variada”.
He de reconocer que la primera
vez que mi mujer -japonesa ella- entró en un supermercado español, se dio un
garbeo por el mismo, observando meticulosamente muchos artículos comunes para
nosotros. Bien, yo hice exactamente lo mismo al llegar a Japón, mientras ella
esperaba pacientemente como lo hiciera yo en su día.
Una pequeña selección de alguno
de los más famosos sería la siguiente:
-Daikon (rábano): en comparación
con los rábanos españoles, rojos y pequeños, el daikon o rábano japonés gana por
goleada en cuanto a tamaño -variable pero en torno al medio metro de largo y
ancho como un brazo- y usos -se emplea constantemente en la gastronomía
japonesa-. Su sabor, sin embargo, es muy similar al rábano común y su
estructura también, con unas hojas sobresalientes y un bulbo comestible.
Etimológicamente procede de Dai (grande, largo) y Kon (raíz): observando la
forma, parece obvia la procedencia. Lo cierto es que este vegetal procede de
Asia continental, pero se popularizó en Japón como en ningún otro sitio, hasta
el punto de considerarse tradicional nipón.
Distinto a lo que concebimos por rábano en Europa, el daikon es muy demandado en Japón
-Enoki y otros (champiñones):
Super Mario -otro gran producto que tenemos que agradecer a los nipones- nada
tendría que hacer con sus setas venenosas -recordemos que el famoso icono de
los videojuegos no es sino una de las setas más tóxicas y alucinógenas que hay (quizá
por eso se volviera más grande y creyera que lanzaba bolas de fuego, pero esa
es otra historia). Por el contrario, los champiñones de toda la vida sí
aparecen en las estanterías, si bien hay un sinfín de nuevas variedades, casi
todas extraordinariamente pequeñas, arracimadas y largas. Se emplean como
acompañamiento de una extensísima variedad de platos.
Una de las muchísimas variedades de setas/champiñones que se desarrollan en tierras niponas
- Renkon (raíz de loto): añado un
enlace, sin que sirva de precedente, de una página donde explican a la
perfección la procedencia, usos e incluso creencias al respecto (la inmensa
mayoría de la población japonesa no es especialmente creyente de ninguna
religión, si bien el número de supersticiones que han desarrollado en su
cultura milenaria es variadísimo y día sí, día también, te sorprenden con
alguna nueva y más extravagante que la anterior).
Cortado en rodajas, suele estar crujiente y muy rico. Altamente recomendable como acompañamiento
Mi experiencia personal procede
de un programa de televisión (en unos meses analizaré con detalle la pequeña
pantalla nipona, que tiene tela), ya que, recién llegado, observé una receta
sencilla para prepararlo a modo de San Jacobo, sustituyendo el pan rallado por
dos láminas de este sencillo manjar, con resultados óptimos.
-Goya (melón amargo): nada tiene
que ver con el pintor ni con los melones -quizá provenga de la misma familia de
plantas, aunque desconozco el dato completamente-. Lo cierto es que este
vegetal era extremadamente popular en la prefectura de Okinawa, un archipiélago
al suroeste de Japón, con cultura y tradiciones propias, que, con el paso del
tiempo y el avance de los medios de transporte y la información, pasó al resto
de Japón con más o menos gloria. Se utiliza en un plato típico denominado
Chanpuru, con otros vegetales, tofu y carne o pescado, según el gusto, aunque
tiene otras aplicaciones culinarias. Es amargo y no es únicamente famoso en
Japón, sino que tiene implantación en otros países asiáticos y sudamericanos.
Amargo al principio, una vez que el cuerpo se acostumbra al sabor, está bueno. No delicioso, pero decente
-Gobou (bardana): si pensábamos
que el rábano y las setas eran largos, el gobou se lleva la palma. Tengo que
confesar que poca relación he tenido con esta planta, más allá de la
fascinación que me supone al verla. Investigando, he descubierto que no sirve
tanto en cocina (únicamente rallada cruda en sopas) como en infusiones, algo
muy a la orden del día por aquí, dado que sus propiedades medicinales son
extensísimas. Una planta muy saludable, vamos, de casi un metro de largo.
No entran en la foto porque son realmente largos
El próximo fin de semana dedicaré la entrada a frutas y postres, con especial atención a las sandías y a los helados -no serán los únicos-, tan típicos de este período estival que está a punto de acabar un año más.
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