Sandías multiformes (muy caras, eso sí) y frutas completamente desconocidas (y una granada) en las fruterías niponas
No hay comida que
se precie que no culmine con un colofón a la altura de las circunstancias. Los
dulces japoneses son, cómo no, diferentes y, ¡sorpresa!, algunos están hechos
de arroz (de una pasta hecha con arroz llamada mochitsuki), así que es posible
comerlo en todo momento si uno quiere. No obstante, el arroz con leche no lo
han visto en su vida.
Simpáticos jovenzuelos preparando la pasta de arroz con energía
Y aquí el resultado, con relleno de anko (una pasta de judías rojas, muy rico, aunque pueda parecer que no)
a) Fruta: como la inmensa mayoría de cosas, la
fruta es, por descontado, más cara que en España (hablamos de unos 100-200
yenes por pieza de fruta como naranjas, peras, manzanas, 200-300 en melocotones
y más de mil yenes en sandías y melones, en temporada, no sé ni me quiero
imaginar en otro momento…). Tanto que, en muchas ocasiones, los invitados
proceden a regalar un melón (de los redondos y pequeños, los de piel de sapo
aquí no existen) que cuesta,) como si de una delicatesen se tratara. Como el
que lleva unos pasteles…
Voy
a centrarme en dos frutas que han llamado particularmente mi atención, por las
diferencias entre la variedad que tenemos en España y la que se da en Japón
-Peras:
realmente se podían llamar peranzanas ya que tienen la textura y la forma de la
manzana y un sabor intermedio, aunque se las denomina peras. Algunas llegan a
pesar un kilo holgadamente y superan los 11 cm de altura (como en los problemas
del cole, habrá que hallar el diámetro de x). Sencillamente impresionantes.
Esta "perita en dulce" nos la comimos mi mujer y yo con esfuerzo, ya que pesaba más de un kilo
- Sandías: cualquier aficionado a Los Simpson sabrá que en Japón son
famosas las sandías cuadradas. No es que abunden, pero no son extremadamente
difíciles de encontrar… y no únicamente cuadradas, sino que también las hay con
forma piramidal, de calabaza y un sinfín de modalidades, todas ellas, con
seguridad, muy caras. Quizá el lector tampoco sepa que las hay de dos colores,
para que los daltónicos no se sientan discriminados. Las tienen rojas y
amarillas (por dentro), para que digan en España…
No conformes con tener sandías multiformes, también las tienen multicolores y los melones no se quedan atrás
b) Helado: esta gente es puntera en tecnología y no lo iba a ser menos en la fabricación de este delicioso manjar. Se permiten el lujo de crear algunos que son “del tiempo”. Vamos, que dejan la categoría de helado a otro nivel, ya que no lo son en sí mismos. Mi abuelo suele decir cuando salimos a comer por los restaurantes españoles aquello de:
-Señorita,
póngame un helado, pero que no esté muy frío (uno de sus hits).
Aquí,
le darían en las orejas simbólicamente por hacerse el gracioso. Por supuesto,
existen máquinas por las calles que los venden, como de casi todo lo demás, si bien algunos no gozan de una pinta muy saludable o deliciosa... y para muestra, una imagen:
Helados que parecen hechos de cemento y otros que parecen helados y no lo son ya que no necesitan congelador
c) Otros: hay golosinas, pasteles y tartas como en
cualquier otro lugar del globo, aunque suelen ser menos dulces, de media, que
los españoles y la influencia americana, francesa y, en menor medida, alemana,
es visible en sus creaciones, aunque, por descontado, el “toque nipón” no puede
faltar.
La tarta que pedobear querría comer, en las mejores pastelerías (que daño ha hecho la Red)
Ramón, las sandías amarillas las he visto aquí en Burgos, ¡¡ya siento jorobarte la experiencia exótica!!
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