sábado, 14 de febrero de 2015

Visitando: Miyajima (miyajima, みやじま, 宮島)

El tori, con la marea baja
Miyajima, también conocida como Itsukushima por su templo principal, se vende como uno de los 3 mejores lugares de Japón para visitar y, al menos en esta ocasión, no se puede hablar de publicidad engañosa.

Para tratarse de una isla pequeña, posee platos típicos de gran calidad (sus ostras, ya sean crudas, asadas o al vapor son de gran calidad), cultivadas en bateas, en la ría que fluye entre Hiroshima y el mencionado islote (llamado mar Interior de Seto) el  anago, un pescado alargado parecido a la anguila o postres como los momiji manju, una masa rellena de una pasta dulce, desde chocolate hasta anko (la pasta de judías tan popular en otros dulces de Japón), pasando por una amplia gama con forma de hoja de arce. Poseen, asimismo, dos tipos de cerveza que solamente se puede adquirir en la isla y el puerto de Hiroshima que los conecta. No es una trapense belga, pero se deja beber bastante bien.




Panorámica del templo y la isla desde el tori

La naturaleza se mantiene prácticamente inalterada: los ciervos campan a sus anchas por toda la isla. Recientemente se aconseja a los turistas que no los alimenten, práctica recién implantada en los últimos 5 años, ya que antes se permitía sin restricciones. Tanto, que los animalitos se ponían bastante pesados, tratando de llevarse algo al gaznate. En la parte alta de la misma también es posible interactuar con monos, aunque se desaconseja nuevamente, especialmente si la visita se realiza con niños pequeños.

La majestuosa pagoda de cinco pisos
Los templos se multiplican por toda la isla: no es ninguna sorpresa que el más importante sea el de Itsukushima, el único que requiere “peaje”, pero es innegable que también es el más bello, aunque los demás tampoco desmerecen en absoluto. 

Este templo, simétrico y antiquísimo (su fundación data del año 593, aunque la reconstrucción que permanece es la de 1241: ha sufrido restauraciones a lo largo de todos los siglos pero sin modificar significativamente su estructura desde entonces), está compuesto por varios pasillos interconectados -uno de los dos puntos icónicos- el templo en sí y el tori cubierto por las aguas de la ría -el otro hito icónico-. Al situarse en un lugar con corrientes marinas, el paisaje cambia extraordinariamente con la marea alta (todo parece flotar sobre las aguas, pero no se engañen, todo “hace pie”), con marea baja (se descubre el truco, pero se puede caminar por toda la zona llegando hasta el tori) y lo mismo sucede por la noche, donde la iluminación de farolillos le confiere a todo el conjunto un carácter místico, casi sobrenatural.

Templo rupestre en el corazón de la isla
Es evidente pues, que el lugar conviene verlo detenidamente: acercarse durante todo un día  y en varios momentos del mismo: no supone problema alguno ya que hay hoteles en la isla.

En total, la isla se compone de una docena de templos (entre sintoístas y budistas), dos pagodas, un acuario, un funicular para ascender a la zona alta, donde se encuentra un observatorio, varios parques y caminos, restaurantes y tiendas.
Pequeñas esculturas decoran cualquier rincón


En fechas señaladas además, la isla cuenta con festivales como el Bugaku (un musical tradicional) el Kangensai (el 17 de junio, con varias embarcaciones que portan orquestas y candelas llegando al puerto del templo), el Tamatorisa (una fiesta donde se pone de manifiesto la virilidad de sus participantes por medio de una singular competición en la costa junto al tori) o el Chinkasai (el 31 de diciembre, con enormes teas de madera de pino encendidas para un evento con poso indiscutiblemente religioso).

La isla de Miyajima está próxima a Hiroshima, por lo que la visita se puede realizar conjunta (se necesitarán dos o tres días al menos para todo el conjunto), e Iwakuni con su famoso Puente Kintai.  Con todo, un magnífico paraje para descubrir y disfrutar.

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